No es un sentimiento nuevo, pero el viernes me golpeó fuerte la impotencia de saber que cada año las organizaciones de Grandes Ligas son más despiadadas con las ligas invernales.
Es verdad, que los peloteros les pertencen porque ellos hacen la gran inversión.
Pero ellos se nutren y explotan el talento que proviene de estos países de tradición beisbolera y algo deben a cambio.
Quizás respetar nuestros torneos nacionales sea mucho pedir, pero es lo único que pedimos.
Ya había sentido impotencia con la implementación de un impuesto de lujo a los equipos que gasten más de 2.9 millones de dólares en firmas de prospectos internacionales.
Sobra comentar que como República Dominicana produce más peloteros que todos los demás países, es el más afectado por la medida.
También me sentí vencido al ver que peloteros dominicanos que violaron la política de prevención de sustancias prohibidas en el béisbol organizado de los Estados Unidos tienen que pagar con suspensiones allá…y también aquí.
En la pasada Serie del Caribe, la ausencia de figuras nos obligó a entrevistar más a los dirigentes. Pero saber que Aneury Rodríguez (Houston-Escogido) y Esmil Rogers (Colorado-Licey) no lanzarán más este año me subió la impotencia hasta el tope.
También se dice que los escogidistas Fernando Rodney (Tampa) y José Ceda (Florida) serían parados por sus organizaciones.
Hay más nombres, pero prefiero esperar las confirmaciones.
El doctor Matos Berrido admitió el jueves que «el Winter League Agreement es una especie de reglamento de las ligas del Caribe».
No quiero cegarme ante la realidad, entiendo la principal razón de los equipos de Grandes Ligas: el cuidado de su inversión.
Lo que sueño es que ellos lleguen a entender que se trata de nuestra tradición, por no decir nuestra religión.
