Diez años después II

Que el presidente de los Estados Unidos, Lyndon Baines Johnson, se comunicara con el subsecretario Thomas Mann el 24 de abril de 1965 a las 9:35 de…

Que el presidente de los Estados Unidos, Lyndon Baines Johnson, se comunicara con el subsecretario Thomas Mann el 24 de abril de 1965 a las 9:35 de la mañana, cuando todavía el capitán Peña Taveras se preparaba para anticiparse a las esperadas acciones del gobierno de facto del Triunvirato contra los complotados a favor del retorno de Bosch al poder sin elecciones, y cuatro horas antes de que José Francisco Peña Gómez anunciara por la radio el inicio de las acciones que encabezó el capitán Peña Taveras, es muestra de una dimensión a la cual se ha puesto poca importancia histórica: que el mandatario norteamericano se había mantenido al tanto de los acontecimientos de la República Dominicana, y que no era aceptable una solución política que implicara el retorno de Bosch al poder.

Parece obvio que esa mañana había recibido información desde nuestro país, por agentes o confidentes de nacionalidad dominicana, no desde su embajada, sobre la inminencia de las acciones de boschistas para retomar la continuidad constitucional del derrocado régimen de 1963, quienes con su accionar pusieron en evidencia la incapacidad de los diplomáticos/espías norteamericanos para mantenerse al tanto de los planes para devolver a Bosch su investidura presidencial y reinstalar las instituciones legislativas y municipales.

Edgar Hoover no había gozado de confianza durante el gobierno de Kennedy, que parece haberlo visualizado como dictador mentiroso y fanático inconveniente para el mantenimiento de la paz y el respeto a Estados Unidos por parte de las demás potencias mundiales, especialmente con posterioridad a los arreglos con la Unión Soviética sobre la sobrevivencia del régimen revolucionario de Cuba acordados para solucionar la crisis de los misiles rusos en la Cuba de 1962.

Sin embargo, el sucesor de Kennedy, Johnson, prefirió resucitar la hegemonía patriotera del fanático Hoover, haciéndolo actor principal de su decisión de impedir que Bosch retornara al poder. También sus temores sobre la ineficacia del Departamento de Estado y de la CIA, lo llevó a nombrar como director de ésta a otro texano, el almirante William F. “Red” Rearborn. Tim Weiner relata que “el presidente pidió a Hoover que pusiera un detalle con Joaquín Balaguer… ‘Haz que lo siga en New York. Quiero que la operación se acelere donde sea durante las próximas 24 ó 48 horas, a menos que desees que tengamos otro Castro’”.

“Hoover prometió cumplir el mandato. Los resultados habrían de sorprender aun al propio LBJ. Dentro de las próximas 72, el FBI habría de reclutar al exiliado dominicano como una fuente confiable de información confidencial”.

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