Dilema en Caracas

Las muertes de manifestantes en las recientes protestas en Caracas han puesto de relieve la profundidad de la crisis social, económica y política de Venezuela.

Las muertes de manifestantes en las recientes protestas en Caracas han puesto de relieve la profundidad de la crisis social, económica y política de Venezuela.Y es que la inflación se ha disparado al 56 % anual, a causa de un desbordado gasto público, financiado por una expansión monetaria. De acuerdo al Financial Times, la devaluación de la moneda ha causado la reducción de las reservas internacionales hasta 20 billones de dólares, a pesar de que Venezuela recibe 100 billones de dólares anuales de ingresos petroleros.

El desajuste económico de la inflación de precios es solo un aspecto de un trastorno social más amplio. El Observatorio de la Violencia cuantificó 24,763 homicidios en el 2013, la tercera tasa de criminalidad más alta del mundo, que muchos atribuyen a la corrupción policial. Una apreciación consistente con una generalizada percepción de la corrupción, pues apenas nueve países quedaron peor clasificados que Venezuela, en el índice de Transparencia Internacional del 2013. 

La complejidad del problema venezolano lo evidencia el precio subsidiado de 6 centavos de dólares, o sea, de aproximadamente RD$ 2,40 el galón, para la gasolina de más alto octanaje. Este derroche le cuesta US$30 billones anualmente al Estado venezolano. Esta práctica parece difícil de modificar, pues los  venezolanos consideran que es la única manera de beneficiarse de la enorme riqueza petrolera, pues desconfían, aun hoy, de sus clases dirigentes
Debido a la caída de la eficiencia de sus refinerías, Venezuela debe importar de los Estados Unidos gasolina refinada, a un costo US$2,70 para venderla a 6 centavos de dólares. Sorprende, pues, que el chavismo acuse al Imperialismo de acoso, mientras éste le suministra gasolina.

Para enfrentar la desbordada inflación, el gobierno ha instaurado controles de precios y ha promovido la guerra de clases, para desviar el descontento popular por  la escasez de los productos más indispensables, como el papel higiénico, provocados por los mismos controles de precios en medio de una inflación del 56%. Y es que este tipo de escasez se presta perfectamente a  teorías conspirativas de un enemigo interno que está al asecho para hacer daño.

Mas ortodoxamente, se ha introducido un mercado cambiario de subastas para importaciones no prioritarias, mientras se mantiene un mercado preferencial para suministros de primera necesidad. No obstante, el dólar en el mercado negro cotiza a 12 veces la tasa preferencial, de acuerdo al Financial Times.

El éxito de este esquema cambiario requiere frenar la inflación, aumentando los impuestos, y reduciendo el gasto fiscal y el oneroso subsidio a la gasolina, todo lo que hará a los venezolanos mas pobres. Este es el tipo de receta que aplicó Carlos Andrés Pérez en 1989 y provocó el Caracazo, que impulsó el proyecto político chavista. Es decir, el chavismo enfrenta hoy el mismo dilema que sus satanizados  archienemigos en 1989.

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