El dinero incide, pero no decide

El 2014 ha brindado a los fanáticos del beisbol un episodio que quedará registrado como uno de los más memorables en la historia de las Grandes Ligas.  Los dos equipos que ganaron el juego de muerte súbita (“sudden death”) del comodín (“wild-c

El 2014 ha brindado a los fanáticos del beisbol un episodio que quedará registrado como uno de los más memorables en la historia de las Grandes Ligas.  Los dos equipos que ganaron el juego de muerte súbita (“sudden death”) del comodín (“wild-card”) en las Ligas Nacional y Americana, están disputándose el título de la Serie Mundial 2014: Gigantes de San Francisco y Reales de Kansas City.

Ambos equipos, de manera directa o indirecta, dispusieron de los grandes favoritos: Los Dodgers, Nacionales, Cardenales y Piratas, que en el papel eran claramente superiores a los Gigantes, tendrán que esperar al 2015 para tener una nueva oportunidad. Los Tigres, Angeles, Orioles y Atléticos, favoritos para llegar al Clásico de Octubre, tuvieron que echarse a un lado para que los Reales de Kansas City llegasen a una Serie de la cual habían estado ausente desde 1986.

La mayoría pensaba que dos de los equipos formados por los jugadores más cotizados de las Grandes Ligas y por tanto, mejor pagados, se disputarían esta Serie Mundial. En la Nacional, los señalados eran los Dodgers, un equipo atiborrado de superestrellas que consumieron una nómina de US$239 millones en el 2014, la más alta de las Grandes Liga. En la Americana, los Tigres de Detroit, con la segunda nómina más alta (US$161 millones) de la Liga luego de la de los Yankees (US$209 millones), fueron señalados por muchos como el equipo de la Liga Americana con mayores posibilidades de llegar a la Serie Mundial.

El dinero es un factor que aumenta considerablemente la probabilidad de que un equipo de Grandes Ligas llegue a la post-temporada. Siete de los diez equipos que llegaron a la post-temporada del 2014 tienen nóminas superiores a US$100 millones. Aunque la robustez estadística es muy débil, los resultados del 2014 indican que existe cierta correlación positiva entre el total de juegos ganados en la temporada regular de 162 juegos (y/o el porcentaje de juegos ganados del total jugados) y el nivel de la nómina de un equipo.

La eficiencia de la gerencia de los equipos en ocasiones es medida calculando el costo por cada juego ganado. Los Dodgers, por ejemplo, tuvieron que erogar US$2.54 millones por cada triunfo (nómina/juegos ganados). Los Reales, que hoy se encuentran en la Serie Mundial, apenas invirtieron US$1.02 millones por cada triunfo en la temporada regular. Los Atléticos, entre los equipos que pasaron a la post-temporada, fueron los más eficientes, invertiendo únicamente 850 mil dólares.

Una vez se entra a la post-temporada, caracterizada por series de unos, cinco y siete juegos, la incidencia del dinero se desvanece. La ligera correlación positiva que se observa para la temporada regular desaparece en la post-temporada, mostrando incluso una inexplicable correlación negativa en la cual los resultados obtenidos por los Dodgers, Tigres y Reales  en el 2014 explican el cambio de signo de la débil correlación.

Los Reales, un equipo con una nómina de US$91 millones (posición 18 en el ranking de la nómina de Grandes Ligas), contra todos los pronósticos, fueron eliminando a la sucesión de favoritos que enfrentó (Atléticos, Angelinos y Orioles). ¿A quiénes enfrentan? A los Gigantes de San Francisco, un equipo que durante la temporada pareció más un hospital, al que nadie le otorgaba ninguna posibilidad de ganar el campeonato de la Nacional, si se tiene en cuenta su mejor pitcher (Cain), su primer bate (Pagán), su segunda base (Scutaro), su jardinero izquierdo (Morse), su receptor sustituto (Sánchez), y su primera base (Belt), debido a intervenciones quirúrgicas y severas lesiones, quedaron fuera por el resto de la temporada o durante una parte considerable de la misma. 

Como se observa, estamos frente a una Serie Mundial definitivamente insólita. ¿Qué factores pueden explicar este resultado? Es difícil aventurarse.  Pero si uno fuese a escoger un factor importante, entre los cuáles la suerte debería recibir alguna ponderación, la química y “familiaridad” entre los jugadores parece llevarse la elección. Esa química o sentimiento de unidad, el trabajo en equipo, está íntimamente asociada con el porcentaje del roster del equipo conformado por jugadores que iniciaron su camino hacia la profesionalidad en la finca (farm) del equipo para el que juegan. 

Una parte del éxito que han tenido los Cardenales, por ejemplo, se debe a esto.  Dieciséis de los jugadores de su roster, provienen de su finca. Lo mismo sucede con el otro equipo dominante en los últimos diez años de la Nacional: los Gigantes. Catorce de los miembros de su roster provienen de su finca (Cain, Lincecum, Bumgarner, Vogelson, Romo, Posey, Sandoval, Belt, Crawford, Panik, Susac, Duffy, Ishikawa y Strickland). Llegaron juntos y aprendieron a jugar juntos. No es por casualidad que dicen ser una familia. Algo parecido sucede con los Reales. Sus pilares (Gordon, Hosmer, Moustakas, Holland y Pérez) provienen de la finca de los Reales.

El dinero incide, pero no decide.  El trabajo de la gerencia seleccionando talentos para la finca que nutrirá al equipo mayor, es un factor clave para explicar el inusitado éxito de los Reales y el coqueteo de los Gigantes para conformar una dinastía.

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