Diseñadores cubanos desafían escasez y buscan estilo propio

La Habana. Como muchas otras cosas en Cuba, comprar ropa puede no ser una tarea sencilla.

La Habana. Como muchas otras cosas en Cuba, comprar ropa puede no ser una tarea sencilla.Adquirir una camiseta o unos pantalones significa a veces elegir entre una tienda estatal con precios exorbitantes, en las que una camisa importada puede costar el equivalente de 50 dólares, o escarbar en los fardos de ropa traída ilegalmente por “mulas” desde Panamá, Ecuador o Estados Unidos, la mayoría de las veces confeccionadas con tejidos poco apropiados para el calor tropical.

En el horizonte, no obstante, hay una nueva opción, un creciente movimiento de pequeños talleres de diseñadores y modistos –en garajes, salas y trastiendas–, que desafiando las dificultades para conseguir telas, botones o hilos buscan un lugar para sus piezas en los placares de los cubanos.

La semana pasada unos 60 de estos artesanos salieron a mostrar sus colecciones de ropa en la Semana de la Moda en La Habana.

“Es una manera de motivar, para que la gente vea otras opciones y para que los artesanos produzcan más y se sientan estimulados a hacer cosas nuevas”, explicó, Catherine Dorticós, una de las organizadoras de las pasarelas de las jornadas.

De todo un poco

Hubo vestidos de novia con gasa, trajes playeros con aplicaciones de crochet, pantalones cortos en lino, trusas y biquinis con deshilados, faldas amplias y frescas de hilo, turbantes para recoger los cabellos en los días de sol abrazador, ropa para niños y sobre todo muchos colores claros y brillantes para hombres y mujeres. Se mostraron bolsos en batik, pamelas de materiales naturales, accesorios livianos de cuero y bisutería de semillas.

Abundaron las luces, peluquería y maquillaje que admiraron a veces de pie cientos de personas en esta segunda edición, más grande –en 2015 fueron unas 30 colecciones– y más organizada que su predecesora, explicó Dorticós. 

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