QUETTA, Pakistán— Dos suicidas atacaron el miércoles la casa de un oficial de alta graduación en la ciudad sudoccidental de Quetta, en un atentado en el que murió la esposa del comandante y otras 22 personas, de las cuales ocho eran soldados, dijeron las autoridades.
La policía dijo que ya investiga si el ataque fue en venganza por la reciente detención de tres importantes operadores de la red terrorista al-Qaida en la ciudad, una operación en la que se contó con la ayuda de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos.
El primer agresor hizo detonar su vehículo cerca de donde estaba un grupo de soldados del Cuerpo de la Frontera y cerca de la residencia del subjefe de la fuerza en la región. Otro agresor lanzó granadas, entró a la casa y se inmoló haciendo estallar los explosivos que llevaba consigo, afirmó el policía Nasir Ahmed Kurd.
El funcionario agregó que por lo menos 23 personas murieron y 60 más sufrieron heridas.
La detención de los elementos de al-Qaida fue divulgada el lunes a través de un comunicado del ejército, que subraya el nivel de participación de la CIA, una posible señal de un cambio en las tensas relaciones entre ambos países.
Las autoridades estadounidenses alabaron la operación y agregaron que la detención del funcionario de más alto nivel de al-Qaida en la región —Yunis al-Mauritani— era un logro importante.
El Cuerpo de la Frontera participó en la operación, agrega el comunicado del ejército.
«Este ataque fue probablemente en reacción a las detenciones recientes, pero seguimos investigando», agrega el funcionario policial Hamid Shakil en torno a los atentados del miércoles.
Además, agregó que uno de los agresores suicidas fue identificado como Ahmed Gul, un refugiado afgano de 21 años. Shakil indicó que pudo ser identificado porque la tarjeta de identificación del refugiado fue hallada junto con algunas partes de su cadáver después de la explosión.
Los extremistas islámicos buscan derrocar al gobierno que tienen alianzas con Occidente y apoderarse del control del país.
Los extremistas, aliados con los insurgentes que combaten a la fuerzas estadounidenses a lo largo de la frontera con Afganistán, han atacado a cientos de objetivos del gobierno, de la policía, del ejército y civiles desde 2007, cuando la violencia comenzó en pleno. Miles de personas han muerto y las autoridades paquistaníes han batallado para frenar esa amenaza.
