Doctor Heriberto Valdez

En los días o las noches del barrio de San Carlos, en la ciudad de Santo Domingo, se le veía transitar en coche para acudir a ver a un paciente necesitado.

En los días o las noches del barrio de San Carlos, en la ciudad de Santo Domingo, se le veía transitar en coche para acudir a ver a un paciente necesitado. Ese era el doctor Heriberto Valdez, un perfecto médico familiar. Nació en 1878, hizo sus estudios secundarios en el Colegio San Luis Gonzaga y se graduó de licenciado en Medicina y Cirugía en el 1899. Su tesis versó sobre “La Histeria”. Sus primeros pasos en la medicina fueron como médico de la común de San Carlos.

Fue también médico del matadero municipal, lo cual era una gran responsabilidad en los inicios del siglo XX. Laboró además en el hospital Militar en Santo Domingo, en donde ocupó todo tipo de cargos, hasta llegar a ser director. El doctor Valdez no viajó a París, como era la costumbre en la época, sino que se dedicó a trabajar en la ciudad, desarrollando grandes conocimientos de psicología y de botánica. Fue miembro del consejo directivo del Juro Médico.

Era un profesional entregado a sus pacientes, que compensaba su falta de formación europea con sus conocimientos de nuestra población y la profundidad de su juicio clínico. En mayo del 1939, la revista Médico Farmacéutica, que publicaba el doctor Félix Veloz, le dedicó la portada y reseñaba: “Con nuestro mayor entusiasmo publicamos hoy el retrato del distinguido amigo el doctor Heriberto Valdez, uno de nuestros médicos más concienzudos y con una extensa y acreditada práctica profesional, puesta a prueba en innumerables ocasiones. Caracterizan a este ilustre galeno las dotes morales más salientes, y por su acusiosidad y dedicación al estudio, se ha hecho acreedor a la confianza tanto de sus enfermos como de sus colegas”.

Y continúa el escrito de la revista: “En las múltiples juntas médicas de que ha sido parte, ha sabido poner punto final a todas las divergencias surgidas para exclarecer el caso dudoso, no tan solo por su competencia, sino, principalmente, por su palabra persuasiva y por su compañerismo frente a sus colegas”. Este médico, de una modestia tremenda, se ocupaba personalmente de buscar medicinas en las casas comerciales para llevarlas a enfermos que no podían pagar el tratamiento. Su fama llegaba a todo el país, no solamente a San Carlos, y por eso acudían a visitarle pacientes de todos los rincones de la geografía nacional.

En 1943 fue designado como Presidente del Comité Organizador del Congreso Médico del Centenario, cargo muy complejo por la cantidad de presentaciones que debía coordinar, y además, era una gesta de exhaltación patriótica, y por otro lado, al estar enmarcado dentro de la Tiranía de Trujillo, debía ser del agrado del dictador. Esto hacía que fuera un cargo de gran responsabilidad.

Ese congreso se llevó a cabo en octubre del 1944 en la Universidad de Santo Domingo, con un gran éxito tanto por la variedad y calidad de los temas presentados como por la gran asistencia de médicos de todo el país que se dieron cita en el evento.

Al doctor Valdez no le interesó el éxito material o económico de su profesión, sino que su dedicación a la salud de sus pacientes era su mayor satisfacción; y por eso, ante una enfermedad que le postró en cama, la multitud de visitas que recibió atestiguan el impacto que este médico había logrado en sus pacientes.

A pesar de ser conocido como el “Médico de San Carlos”, no hay una calle ni un centro de salud con su nombre en ese sector. Sería un justo homenaje a este hombre de bien y de gran servicio a su comunidad, que las autoridades municipales se motivaran a honrarlo con alguna simbología del sector San Carlos alusiva a su persona.

Una vida de entrega a su comunidad

Aunque para la época se acostumbraba que los médicos viajasen a Europa a especializarse en diversas áreas de la medicina, el doctor Valdez no cumplió con esa “regla” y, en cambio, se dedicó a trabajar en la ciudad, donde desarrolló sus conocimientos de psicología y de botánica. Lejos de los viajes de estudios, fue un profesional que se entregó a sus pacientes y compensó la falta de formación europea con sus conocimientos de la población dominicana y la profundidad de su juicio clínico.

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