El domingo vencerá la democracia

La campaña entra en su tramo final, luego de varios meses de agitados días marcados por actividades proselitistas de las organizaciones que componen la clase política local. El domingo, casi siete millones de dominicanos votarán por los candidatos&#82

La campaña entra en su tramo final, luego de varios meses de agitados días marcados por actividades proselitistas de las organizaciones que componen la clase política local. El domingo, casi siete millones de dominicanos votarán por los candidatos que entiendan reúnen las mejores condiciones para dirigir nuestra nación. Más allá de los presagios de quienes apuestan al caos y a la desestabilización, este proceso debe terminar sin inconvenientes y con resultados ajustados a la voluntad popular. Es lo que espera la mayoría, y estoy segura de que así será. Ningún dominicano habilitado para votar debe quedarse en su casa, viendo cómo otros deciden quiénes serán sus autoridades.

Cada partido cumple con el rol de motivar a los votantes para que favorezcan sus propuestas, pero al final de cuentas es una decisión particular, de cada hombre o mujer con capacidad para tomar decisiones, sin que nadie se las imponga.

Votar es una decisión individual. Por esto, todos los que habitamos esta media isla deberíamos sentirnos llamados a ejercer este derecho inalienable, y cumplir con un deber de gran trascendencia para el presente y el futuro de nuestro país.
El llamado es, entonces, para que cada ciudadano acuda a esta cita con la democracia, que se expresará en las urnas. Votar es la manera más auténtica de demostrar que somos un pueblo libre y democrático. No hacerlo es negarnos esta condición que nos ha costado tantos sacrificios.

Debemos votar con consciencia y responsabilidad, en torno a cuál candidato es el más conveniente, en función de nuestras expectativas e intereses y consideramos puede mantener el país en la ruta hacia el progreso y bienestar colectivo.

Con nuestro voto apostamos al progreso, sobre todo aquel basado en hechos reales y al margen de promesas alegres presentadas al fragor de emociones propias de tiempos de campaña electoral. Debemos elegir al candidato que ha sido cónsono con sus promesas, principios y valores éticos y morales. Yo ejerceré este derecho indelegable. Y lo haré votando por quien ha dedicado más tiempo y trabajo al bienestar de los que nada tienen. Por ese que aún en medio de tornados políticos y ataques despiadados, ha sabido conciliar y crear estabilidad para seguir la ruta hacia el desarrollo.

Sí, acudiré a votar temprano, y lo haré en un clima de paz y con prudencia, sin dejarme provocar por los enemigos de la democracia y la tranquilidad. Los que no resulten favorecidos con el voto popular, están obligados a aceptar su derrota sin demora y someterse a la decisión del soberano, que es el pueblo. Y los ganadores, han de continuar trabajando para el bien común, que es el objetivo fundamental por el que fueron elegidos.

Nuestro país los necesita, para que nos sigan guiando por mejores senderos, invirtiendo más en educación, salud, en la juventud, en seguridad ciudadana y en fuentes de empleos. Confiamos en Jesucristo, nuestro Señor, este proceso electoral y rogamos por Su bendición y protección para todo el pueblo dominicano.

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