Hace unos años el tema del tráfico de drogas se circunscribía en la República Dominicana a ser un puente ideal para el tráfico hacia Europa y los Estados Unidos con la consecuente violación de la ley, creación de capitales y lavado de activos, entre otros.Ahora bien, un elemento muy preocupante es el rápido incremento en la población del uso de drogas o sustancias prohibidas como son cocaína, crack, la heroína y la marihuana.
Hasta hace poco se trataba de un vicio exclusivo de aquellos con poder adquisitivo y un perfil socioeconómico particular. Pero las drogas y su uso han permeado nuestros barrios populares y son muchos los jóvenes víctimas de la adición y que se encuentran hoy entrampados en la dependencia.
Su impacto es realmente expansivo. Destruye la salud física y mental de las víctimas, convirtiendo a sus consumidores en entes sociales indeseables para sus familiares y la propia sociedad.
Se trata de un factor importante en el incremento de la delincuencia, ya que de cada 10 actos de vandalismo y atracos, más de la mitad son perpetrados por jóvenes enganchados o colgados al mundo de las drogas.
No solo es un problema social y de seguridad ciudadana, sus raíces están en nuestra descomposición social y la falta de un sistema educativo capaz de sembrar esperanzas en nuestra juventud, por lo cual si no reaccionamos a tiempo trasnformando nuestro sistema educativo será una generación perdida.
No es suficiente desarrollar programas de Barrios Seguros, hace falta ir a las raíces que alimentan la pobreza y la inequidad.
Es imperativo que nos mantengamos todos de forma colectiva exigiendo un cambio de rumbo en la priorización de nuestro gasto publico, el cual debe de alguna forma garantizar herramientas y oportunidades para que nuestros jóvenes construyan un futuro diferente y más saludable.
Hasta hace poco se trataba de un vicio exclusivo de aquellos con poder adquisitivo…”
Julio Amado Castaños Guzmán
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