Duterte, un duro que no se inclina ni ante Obama

VIENTIANE, Laos. Mientras se acumulan los cadáveres que deja su guerra contra el tráfico de drogas, el presidente de las Filipinas Rodrigo Duterte está haciendo olas en la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.

VIENTIANE, Laos. Mientras se acumulan los cadáveres que deja su guerra contra el tráfico de drogas, el presidente de las Filipinas Rodrigo Duterte está haciendo olas en la cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.Allí una serie de líderes diversos, incluidos algunos que también están en la mira de organizaciones defensoras de los derechos humanos, tratan varios temas. Entre semejante compañía, Duterte es capaz de robarse el show, según algunos analistas.

El mandatario filipino trae a la cumbre antecedentes bastante dudosos en el terreno de los derechos humanos, pero que no son tan mal vistos por muchos de los asistentes a la reunión de diez naciones del bloque ASEAN, que ha visto desfilar a varios dictadores, estados autoritarios, una monarquía y democracias incipientes desde su creación hace casi medio siglo para contener al comunismo.

“Para la mayoría de los líderes de ASEAN, Duterte representa un retorno a una era más fea y brutal, que empaña los esfuerzos de ASEAN por presentarse como un bloque comercial cada vez más moderno y progresista, enfocado en el comercio y no en la cuenta diaria de muertos a manos de la policía”, sostuvo Phelim Kine, de Human Rights Watch, organización de Nueva York.

Luchador incansable

Duterte fue por años alcalde de la ciudad sureña de Davao, donde empezó a hacerse fama de luchador incansable contra la delincuencia. Desde que asumió la presidencia el 30 de junio, su campaña en contra de sospechosos de tráfico o consumo de drogas ha dejado más de 2,000 muertos. Más de 600,000 personas, mayormente adictos a las drogas, se han entregado, aparentemente por temor a ser baleados.

“Esa dinámica implica que Duterte puede ser quien más atención reciba en Laos junto con otros bochornos como el dictador de Campoya Hun Sen, representantes de la junta militar de Tailandia y sus anfitriones autoritarios de Laos”, comentó Kine. Esos líderes pueden recibir bien “sus grotescas justificaciones para el abuso de las leyes y de la violencia extrajudicial avalada por el Estado, como medio para garantizar una sociedad ‘segura’’’, agregó.

Revuelo al referirse a Obama

Duterte, de 71 años, causó revuelo al hablar mal del presidente estadounidense Barack Obama el lunes, diciendo que si cuestionaba las matanzas en su país iba a terminar insultando “a ese hijo de…”. Eso fue horas antes de un encuentro programado entre ambos.

Al día siguiente Duterte lamentó haber hecho ese comentario, pero para entonces Obama había cancelado el encuentro, que había despertado mucha expectativa en vista de que hace poco el presidente filipino insultó al embajador estadounidense en Manila con groseros calificativos gays y habló pestes de las políticas de seguridad de Estados Unidos. Se esperaba asimismo que Obama plantease el tema de las ejecuciones extrajudiciales, lo que seguramente hubiera aumentado las tensiones entre ambos.

Obama es apenas el blanco más reciente de comentarios ácidos de Duterte, quien también la emprendió contra el papa Francisco, el secretario general de las Naciones Unidas y tuvo entredichos con la iglesia católica filipina. Resta por verse cómo caen el estilo irreverente y el lenguaje profano de Duterte en el bloque ASEAN, una organización conservadora, apegada a las tradiciones, el protocolo y poco estruendosa.

Portavoces salen en defensa de presidente

El vocero de la presidencia filipina Martín Andanar afirma que la popularidad de Duterte trasciende las fronteras de su país. “El presidente Duterte es una estrella del rock no solo en nuestro país sino en otras naciones como Laos y Japón”, aseguró. Esto resulta evidente “por la forma en que los ministros de relaciones exteriores y los delegados de otros países tratan de sacarse selfies con nuestro presidente”. Otro portavoz, Ernesto Abella, sostuvo que ningún líder de ASEAN había expresado inquietud alguna en torno a las muertes de narcos.

Mandatario rechaza que sea un dictador

Duterte niega ser un dictador. Se considera un líder fuerte, que trata con mano dura a la delincuencia y la corrupción. Asegura que no habrá giros políticos grandes en Filipinas bajo su gobierno. A pesar de sus críticos, Duterte es venerado por un importante segmento del electorado, que le dio una convincente victoria, seducido por sus promesas de acabar con la delincuencia, el tráfico de drogas y la corrupción en seis meses. Algunos líderes de la región han apoyado su postura contra el narcotráfico.

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