El gobierno hace muy bien en reducir el alcance de su propuesta impositiva anunciada el jueves al país y que ha provocado mucho rechazo, sobre todo en lo concerniente a los alimentos, en el entendido de que se le fue la mano.
El ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, ha hecho algunas precisiones que eran necesarias, pero al mismo tiempo ha sido muy listo en agregar como exentas algunas partidas que en ningún momento fueron incluidas.
Es un típico ejercicio de capitalización de una acción errónea, presentándola como más buena de la cuenta.
Los productos del agro, las medicinas ni los servicios médicos nunca estuvieron en el proyecto presentado por las autoridades, y siendo así, no era necesario explicar que no serán gravados, como si se estuviera haciendo una concesión.
En este proceso actuar con transparencia es conveniente. Las autoridades deben presentar todas las cartas, sin que se teman intenciones ocultas.
La realidad es que el gobierno nacional viene operando con un déficit muy fuerte. Tiene un hoyo que ha tratado de aminorar sometiéndose a un programa de reducción de gastos desde el mismo 16 de agosto.
Necesita nuevos recursos para cumplir los compromisos del próximo período fiscal, aumentar el presupuesto comprometido en educación, salud y la mejoría de la seguridad pública, muy afectada por el avance de la delincuencia.
Y ni hablar del fardo pesado de la deuda, del sobregasto heredado, que tiene que honrar, en plazos muy cortos que se ha autoimpuesto. ¡Y la carga enorme de CDEEE!.
De todas formas, insistimos, el anuncio de Peralta refleja una buena actitud. Sin embargo, lo correcto es que el proyecto sea formalmente presentado al Congreso Nacional, y que los legisladores hagan su trabajo, lo mejor que puedan, en interés de los dominicanos.
Aunque viendo las realidades, es muy poco lo que se puede esperar. A fin de cuentas, habrá que aceptar todo esto como bien lo dijo el propio presidente Danilo Medina: como un trago amargo. l
