Efecto positivo de los abrazos

Nadie es tan poco sensible que no necesite un abrazo, un beso, un toque u otra muestra de afecto. El contacto físico, esos toques que por la rutina pueden ser menospreciados, sirven para reducir los riesgos de sufrir de colesterol alto y de problemas car

Nadie es tan poco sensible que no necesite un abrazo, un beso, un toque u otra muestra de afecto. El contacto físico, esos toques que por la rutina pueden ser menospreciados, sirven para reducir los riesgos de sufrir de colesterol alto y de problemas cardíacos y favorecer la autoestima y la capacidad de comunicación.

El doctor Ramón Emilio Almánzar, del Centro Vida y Familia de Ana Simó,  dice que la importancia del contacto físico radica en que es una muestra de que somos importantes para la otra persona,  y que tambien son la forma de estimular las sensaciones corporales que pueden excitar a una persona a una actividad sexual.

Puede suceder, sin embargo, que las personas que suelen ser muy abiertas en sus muestras de afecto sean mal interpretadas y consideradas manoseadoras o coquetas. Y, en el extremo contrario, están quienes se abstienen de dar cariño porque no lo recibieron y los que no permiten ni piden demostraciones de afecto.

Cuando abrazamos no solo se comunica amor, sino respeto hacia la otra  persona. Este es un gesto que, por lo general es auténtico e implica mayor cercanía con el otro. Es una señal de que nos regocija tener a  la otra persona entre nuestros amigos o familiares o que nos alegramos con su éxito o que comprendemos su dolor.

Entre las señales de que nos falta afecto está, según Almánzar, “que nos ponemos tristes, irritados, y probablemente por cualquier cosa nos  alteremos con la persona de la cual queremos recibir afecto”.

La persona que recibe afecto, según el especialista, se sentira querida, aceptada, y, probablemente, la que no recibe afecto puede generar pensamientos negativos respecto a la relación con esa persona que no le genera afecto.

En efecto, la relación entre el contacto físico y el corazón quedó demostrada en un estudio publicado en The Journal of Science de la Universidad de Ohio en el que a dos grupos de conejos los alimentaron con una dieta rica en grasas, para ver los efectos del colesterol en su salud. Sucedió que el científico que alimentaba los animales iba con su hija, y la niña acariciaba a los conejos al alimentarlos.

Esta intervención de la niña en el experimento sirvió para demostrar que quienes tienen una vida afectiva satisfactoria tienden a sufrir menos del corazón.

Acciones tan sencillas como dar un beso pueden influir de forma positiva en la vida de una persona.  Según la doctora Lilliam Fondeur, hay investigaciones que demuestran que los niños a los que su madre les dio el seno, suelen tener mejor autoestima y mejores habilidades de comunicación en su vida adulta.

La Universidad de Miami publicó  un estudio, en el que se estudiaban niños prematuros. Los bebés que recibían  cariño tres veces al día,  aumentaron su peso corporal en un 40% más que el grupo que no los tuvo.

“Cada quien da de lo que tiene”
En la sabiduría popular hay una historia que cuenta que había dos rivales, uno le envió una caja con desechos, y el otro en respuesta, le envió una caja con flores.

Cuando le preguntaron al de las rosas,que por qué respondió con flores, le contestó: “Cada quien da de lo que tiene”. Cuando estamos llenos de amor queremos dar lo mejor de nosotros, no importa si la persona lo merece o no. Uno se convierte en portador de energía.

Lo mismo le sucederá a quien lo recibe. A veces, en estado de tristeza, desconsuelo, pérdida o dolor emocional o físico, lleno de abatimiento y desolación, recibir un abrazo real y sentido es más reconfortante que una medicina, más sano que una copa de licor y más ecológico y económico que cualquier gasto de energía. Los resultados pueden ser espectaculares.

En este caso hay que estar dispuestos a dejarnos contener por el otro y a recibir lo que su ser nos proporciona, como su confianza, seguridad, fortaleza, protección y, por ende, sanación.

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