El abigeato en tiempos modernos

La inseguridad no tiene límites, se percibe en todos los rincones, sectores y áreas en que actúan los dominicanos.  La violencia que la estimula genera ocurrencias insólitas, que pocos pueden imaginar. Formas y tipos de robos, asaltos, engaños o est

La inseguridad no tiene límites, se percibe en todos los rincones, sectores y áreas en que actúan los dominicanos.  La violencia que la estimula genera ocurrencias insólitas, que pocos pueden imaginar. Formas y tipos de robos, asaltos, engaños o estafas inimaginables.

La denuncia de los ganaderos organizados acerca de la dimensión que han alcanzado los robos asombra. Que hayan perdido en los últimos cinco años mil quinientos millones de pesos por esa causa es una barbaridad.

Es una realidad que  en el país siempre se ha robado vacas, pero era una práctica del hato antiguo, en una ruralidad en la que tal acontecimiento carecía de importancia, toda vez que ocurría de excepción. De hecho, el abigeato nunca fue cosa como para preocuparse.

Pero ahora es una industria al por mayor. Hay robos de animales en pie, pero también por partes. El descuartizamiento de reses, expresión que sólo aplicaba en aquella ruralidad, y que ahora resulta extensiva a un ambiente urbano bárbaro, es una de las modalidades utilizadas para esquilmar las fincas de los ganaderos. La inseguridad que se asociaba sólo a las ciudades también marca la vida rural.

Y los ganaderos organizados no son las únicas víctimas. Desde diferentes zonas llegan las denuncias de productores de banano, que se quejan de cómo bandas de ladrones invaden sus predios y en una sola noche o en una tarde se llevan millares de plátanos o racimos de guineos.

Lo peor de todo es que igual que en las ciudades, surge el elemento de la indiferencia o complicidad de los agentes llamados a garantizar la seguridad de la gente.

El jefe de la Policía ha dicho que va a reforzar la vigilancia para evitar esta clase de robos, pero el problema es que la desconfianza en los agentes es creciente, toda vez que el crimen suele andar de manos de los propios policías. Los hechos y las estadísticas así lo confirman. Y con cierto desconsuelo, hay quienes  hasta se resisten a reclamar acción de las autoridades.

Suponíamos que el abigeato era cosa del pasado, pero resulta que es uno de los nuevos signos de la modernidad.

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