Sabemos que la concentración de altos niveles de catecolaminas, hormonas como la adrenalina, que estimulan el sistema simpático, producen severa hipertensión arterial de tipo endocrino (feocromocitoma). Por otro lado, sabemos que las situaciones de estrés agudo y severo, generado por el enojo, el sufrimiento, el temor y el sobresalto pueden provocar alteraciones del corazón, a veces fatales.

Se ha descrito el síndrome de “miocardiopatía por estrés” en que hay una especie de aturdimiento cardiaco, que se acompaña de altos niveles de catecolaminas en la sangre, tan intenso que puede llevar a la muerte, aún con coronarias sanas, pacientes que mueren en medio de una pena. En Japón se describieron 26 casos en 2004 con motivo de catástrofes producidas por terremotos, allá se conoce como “miocardiopatía de takotsumo”, más frecuente en las mujeres.

Este síndrome se conoce también como “corazón roto”.
En 1942, el Dr. Walter B. Cannon, eminente fisiólogo de Harvard, autor del término “homeostasis” (equilibrio orgánico) publicó  un artículo sobre “La muerte por vudú”, por reacciones originadas por el miedo. Hans Selye,  médico austriaco, autor pionero del estrés, fue uno de los principales admiradores de Cannon, quien describió un síndrome, iniciado por el miedo, en que se produce un estímulo al hipotálamo, centro de las emociones, que desencadena las reacciones hormonales que provocan necrosis (muerte) del tejido cardiaco, aun en ausencia de enfermedad coronaria.

Estudios del neurólogo Martin A. Samuels confirmaron la muerte súbita por lesiones cardiacas inducidas por el estrés. Recuerdo que hace más de 35 años, el Dr. Zaglul, psiquiatra, publicó un artículo sobre la muerte por el vudú. No conozco bien el vudú. En 1968 vi una presentación a los turistas en una favela de Río de Janeiro.

Pero, sé que hay varias formas de vudú, que es una religión popular en Haití, inspirada en la superstición y el miedo; la mayoría de los rituales incluyen el baile y santería con iconografía de la religión católica. Hay un tipo de vudú, un 5%, que corresponde a la “magia negra”, considerada peligrosa, aplicada a las bajas pasiones, en la que usan una muñeca (de madera, tela, hierbas, etc.) a través de la cual hacen un “trabajo” a distancia, clavándole agujas, puñales o velas pretendiendo atraer  desgracias, trasplantes de cuerpo,  o convertir en zombi a la persona a la que quieren hacer daño. Las personas supersticiosas pueden hasta morir bajo el “hechizo del vudú”.
El autor  es médico cardiólogo

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