Elecciones 2016: mercado persa o alianzas políticas

Hay que verlos en televisión postulando los fundamentos de sus posiciones crítico revolucionarias, y leerlos en las publicaciones de la Junta Central Electoral y sus resoluciones sobre aprobación y rechazos de alianzas depositadas para tales fines,&#82

Hay que verlos en televisión postulando los fundamentos de sus posiciones crítico revolucionarias, y leerlos en las publicaciones de la Junta Central Electoral y sus resoluciones sobre aprobación y rechazos de alianzas depositadas para tales fines, para entender que erraron el camino y lo hicieron fuera del cajón.

La moralidad política de María Gargajos le queda chiquita a la capacidad de ensarte y fisgonear del remanente revolucionario llamada izquierda dominicana. Son únicos estos amigos bizantinos, que parecen encarnar con su comportamiento novelesco el musical del compositor británico Albert William que describe en seis (6) momentos la forma, desarrollo y vida de un mercado persa.
La llegada de los camelleros y el paso majestuoso de sus monturas. El canto de los mendigos. La llegada de la princesa. Los malabaristas y los encantadores de serpientes. El paso solemne del califa visitando el mercado.

El mercado persa es el símbolo que representa la confluencia agradablemente absurda e insospechable y desconcertante, que va de lo ridículo a lo sublime. Parecería un extremismo de nuestra parte afirmar que el proceso electoral dominicano es en su centro de interés político un espejo fiel del otrora mercado persa en donde se compra y se vende cualquier cosa y, que la paradoja moral de una exitosa izquierda con frentes y ampliadas no dista mucho de los escrúpulos de María Gargajos en este mercado persa electoral, en el que se liquidan todos los valores de decencia y dignidad.

El diseño, la tecnología y la metodología alcanzada por Junta Central Electoral (JCE) la colocó a ella y colocó su plataforma informática a mil (1000) años luz en el tiempo, de sus usuarios los partidos políticos y movimientos independientes. La JCE instaló con tiempo la aplicación y trató de alfabetizar informáticamente a quienes dieron muestra y disposición a hacerlo. Estas acciones de la JCE estaban orientadas, aun no se lo hubiesen propuesto, a asestar un duro golpe a la cultura de mercado persa que prima en los procesos electorales dominicanos, resistida hasta el último minuto con fiereza insólita por quienes deben ser sus defensores, los partidos políticos.

Volviendo a los escrúpulos de María Gargajos y las diferentes combinaciones de alianzas en niveles: presidencial, congresual y municipal, y modalidades; parciales y totales. De las alianzas aprobadas, hay una que desde la perspectiva de los escrúpulos de María Gargajos es digna de ser inscrita en los libros de Guinness, formalizada ésta con la Resolución 30-2016 de la Junta Central Electoral en la que se aprueba la alianza entre el Partido Frente Amplio y el Partido Reformista Social Cristiano de Balaguer.

El candidato en el Municipio de Barahona a alcalde por el Partido Revolucionario Moderno (PRM) Praede Olivero, no fue inscrito por el Frente Amplio a pesar de haberlo proclamado en evento público, por estar un tanto alejado del conglomerado revolucionario, según ellos. Pero, dieron su respaldo incondicional al candidato a senador y los diputados del PRSC de Balaguer, que nunca lo han sido.

Al margen de la excelencia con que la JCE ha regentado el proceso, y las previsiones tomadas para dar seguridad y garantías a los participantes; ha fallado al caer en un gancho de dejarse chantajear con las imprecisiones y los errores en la documentación depositadas por los partidos.

Es necesario, ante este hecho, gestar una nueva mentalidad como cultura jurídica de cumplimiento frente a la norma y su valor, en el sentido de que las alianzas políticas son un medio en el que las minorías construyen mayorías; y no, una forma de parasitismo. Parafraseando, por demás, a Richard Cobden: “parasitismo que supone confiar más en los otros que en uno mismo”. Cuando la norma no fija plazos fatales, y se hace de la prórroga una costumbre, la norma pierde sentido y razón de ser- “Dura lex, sed lex (la ley es dura, pero es la ley)”. Cuando los plazos se vencen se vencen, he aquí, nuestro pecado capital, no entenderlo así.

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