Un obrero le comenta a otro: -Oye, y compró el hombre el partido. Lo tiene, con franquicia. Y al vendedor no hay quien lo vea. Ni se menciona… Entonces, el interlocutor le comenta: -¿Y un partido se puede comprar? –¡Ah Dio!, le responde: -Claro que sí. Los partidos también se compran y se venden en el negocio de la política. En diálogo sencillo se encierra el estado en que está el ejercicio de la política en el país. Es una estructura empresarial, que opera con las reglas de las organizaciones del comercio. Por eso no resulta extraño ver en calles y carreteras ambulancias, “camiones discolights”, o cualquier otro equipo propio de las empresas políticas.
La empresa política
Un obrero le comenta a otro: -Oye, y compró el hombre el partido. Lo tiene, con franquicia. Y al vendedor no hay quien lo vea. Ni se menciona… Entonces, el interlocutor le comenta: -¿Y un partido se puede comprar? –¡Ah Dio!, le responde: -ClaroR