El encanto de Karim

Entrar al Palacio Nacional es complicado: hay que tener una cita, identificarse en la recepción, para que autoricen tu entrada. Luego pasar…

Entrar al Palacio Nacional es complicado: hay que tener una cita, identificarse en la recepción, para que autoricen tu entrada. Luego pasar por un puesto, por si  llevas algún arma; subir y dirigirse por bien vigilados pasillos hacia donde vaya. Y si es hacia el antedespacho presidencial, la cosa es más complicada… A menos que sea Karim Abu Naba’a, quien con todo y estar “quemado” en la justicia por múltiples delitos, entra allí, literalmente, como perro por su casa. Una de dos (o ambas combinadas): ese individuo es aún demasiado poderoso, o este país no se respeta.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas