No hay día que en los medios de comunicación no se mencione alguna noticia sobre algún artista, personaje famoso, deportista o político. El ser “fan” de alguno de estos personajes es hoy por hoy algo muy común; pero cuando ese interés es muy intenso a esa persona se le denomina fanática. Este tipo de personas tratan de parecerse a sus ídolos, vistiéndose como ellos, caminando como ellos, sonriendo como ellos…
El término fanático o fanatismo ha sido relacionado con la religión por muchos años. Sin embargo la palabra fanatismo va más allá de las creencias religiosas.
El fanatismo defiende un punto de vista algunas veces irracional. Las opiniones de un fanático son consideradas por las demás personas como algo que no hay manera de cuestionar, pues las creencias arraigadas de esa persona no lo permiten.
Psicológicamente hablando, el punto de vista del fanático es desarrollado por la ansiedad de estar seguro de algo por lo que se siente inseguro. El fanatismo en cierta manera es un mecanismo de defensa. Sigmund Freud afirmaba que a través del fanatismo el hombre busca su felicidad y su seguridad. Erich Fromm, otro inminente psicólogo y sociólogo, define el fanatismo como un intento de escapar de la soledad, el deseo de establecer vínculos afectivos con otras personas que creen igual, disminuyendo así el miedo a la libertad y a la soledad a la misma vez.
Los especialistas sostienen que las personas fanáticas no dudan ni un momento el tener la verdad en su poder y no necesita cuestionarse esa verdad como lo haría una persona considerada normal en esos términos. “Al fanático no le importan las críticas, simplemente no le interesan. Se une al grupo creyente al cual pertenece y se encierra en sus creencias y lo demás le tiene sin cuidado”, comenta la psicóloga Soraya Rodríguez.
Algunos fanáticos se centran en el mantenimiento de unas prácticas o cultura sin pensar en la posibilidad de que el conocimiento y el desarrollo humano pueda haber modificado, para bien, las prácticas o los valores culturales. Este tipo de fanatismo esta muy emparentado con la ignorancia y el anquilosamiento mental.
Una de las áreas que atrae a más fanáticos es el deporte. Ellos viven su deporte como nadie más: se emocionan por él, gritan por él, lloran, ríen y es su causa para fiestas y de más; pero también su causa para destrozos y daños a la sociedad si ven a su equipo perder; hacen todo por su equipo, son los que se encuentran en cada torneo o juego que se lleve a cabo, se presentan en los estadios llenándolos por completo y trayendo consigo sombreros de su equipo favorito, tatuajes, camisetas, banderas y todo aquello que encuentren en su camino. Ellos apuestan todo por su pasión.
El fanático se aleja de la realidad
El fanático en cierta manera se aleja de la verdad y sus conocimientos sobre sus creencias prosperan y hacen que se encierre en su propio mundo. Para algunos fanáticos existen grandes ventajas al entrar en su mundo, por ejemplo el alejarse de vicios e influencias nocivas para su vida. El dejar de hacer cosas que antes practicaba y que no le convenían tales como vicios, maneras de vivir etcétera. “Sin embargo por otro lado el fanatismo puede traer desventajas devastadoras, no solo para el fanático, sino para las personas que están a su alrededor y que conviven con él, incluso puede ser devastador para la persona que se admira. El fanatismo algunas veces desarrolla guerras y genera graves desastres.
“El fanatismo ha dado pie a masacres causados por sus creencias o suicidios masivos por perseguir un ideal”, comenta Rodríguez.
En el ámbito religioso
El fanatismo religioso es uno de los tipos de fanatismo que más ha generado controversia a través de la historia. En cuanto a este se han llevado a cabo, conflictos bélicos, holocaustos, asesinatos y actos terroristas.
Durante siglos miles de hombres fanáticos se han visto influenciados bajo las grandes religiones para así llevar actos que van en contra de la propia religión, lo cual deja ver que el individuo está actuando no bajo fe, sino por pura obsesión. Esta se encuentra en diversas doctrinas religiosas tales como: la cristiana, islámica, la judía, entre otras. El fanático religioso es el que se identifica como el individuo con una conducta enceguecedora hacia una religión en particular, lo cual puede causar que cometa actos en contra de las personas que no creen en esta.
Las características de una persona fanática son muchas. Cree tener la verdad sin poder ser cuestionada por nada ni por nadie. El fanático no razona y no admite una discusión sobre lo que consideran dogmas no debatibles. El fanático también trata de imponer sus propias creencias sobre los demás y de forzar a todos los que tiene cerca a que crean de la misma manera que él o ella. El fanático no cree en la diversidad de pensamientos ni en la posibilidad de abrirse a nuevas ideas o movimientos. Dentro del fanatismo pueden nacer nuevas ideas igualmente fanáticas, reformadas por la persona que cree tener la verdad. Estas personas usualmente forman sectas dentro de sus mismos grupos que atraen personas fanáticas como ellos que los apoyan en sus ideas.
El fanatismo supone una adhesión incondicional a una causa. La mencionada ceguera que produce el apasionamiento lleva a que el fanático se comporte, en ocasiones, de manera violenta e irracional. El fanático está convencido de que su idea es la mejor y la única válida, por lo que menosprecia las opiniones de los demás. La falta de racionalidad puede llegar a tal extremo que, por el fanatismo, una persona mate a otra. Cuando el fanatismo llega al poder político, suele desarrollar todo un sistema para la imposición de sus creencias, castigando a los opositores con la cárcel o incluso la muerte.
Casos de obsesión
La obsesión por aquello o aquel que mueva sentimientos fuertes puede llevar al “admirador” a cometer locuras, como por ejemplo:
Daniel Radcliffe, el actor de saga de HarryPotter, fue amenazado de muerte por un fanático durante la filmación de “El Misterio del Príncipe”. Las amenazas que recibía hicieron que cambiara de chofer, que cambiara de carro hasta en tres ocasiones para un trayecto corto, y que fuera escoltado por los SAS, ex militares británicos. Una protección semejante a la de los príncipes de Inglaterra. Esto ocurrió en marzo de 2008, y Daniel tenía solo 18 años en ese momento.
El caso de fanatismo que tal vez permanezca más en la memoria de la mayoría de la gente, es el de John Lennon, quien recibió cinco disparos por la espalda cuando llegaba a su casa de parte de Mark David Chapman, un fanático de Lennon. Chapman se declaró culpable por asesinato en segundo grado y fue condenado a cadena perpetua en prisión; actualmente permanece en la cárcel, después de haberle sido negada en repetidas ocasiones la libertad condicional.
En el caso de Miley Cyrus, ha tenido varios percances de acoso a lo largo de su carrera, pero el que marcó la diferencia fue un hombre de 53 años, quien siguió por mucho tiempo Miley en cada uno de sus conciertos, afirmando que ésta le había “lanzado una mirada de amor” en una de las ocasiones. Una orden de alejamiento incumplida le llevó, finalmente, a ser detenido, aunque no está en prisión.
Britney Spears sufrió el acoso de Masahiko Shizawa, de 41 años. Este japonés empezó a enviarle cartas en 2002. Se volvió muy obsesivo y le mandaba fotos con frases como: ’te estoy persiguiendo’. Semanas más tarde, el fan estaba a las puertas de la casa de Britney en Lousiana, y fue también a su otra casa en Hollywood. Siguió enviándole notas y fotografías y visitó las casas de los padres de Britney, que están divorciados. Britney solicitó una orden de alejamiento que fue aprobada pero el acosador optó por denunciar a la cantante cuyos guardaespaldas le habían apuntado con un arma de fuego.
Un fan ruso completamente obsesionado con Hillary Duff viajó hasta EE.UU. con el único propósito de conocerla. Después de acudir a todas sus apariciones públicas, el chico, de 18 años, amenazó con suicidarse si la joven actriz no le dedicaba algún tiempo. Una posterior investigación, a cargo de un detective privado, desveló que el fan había planeado el asesinato de la estrella, lo que le llevó a prisión durante cuatro meses.
Yolanda Saldívar, quien era la presidenta del club de fans de la cantante Selena, se convirtió al mismo tiempo en su asesina (1995). Supuestamente Saldívar quería suicidarse cuando Selena le reclamó un fraude que había hecho la asesina, cuando “sin querer” se disparó el arma y mato a Selena. Cumple una condena de cadena perpetua.
En 1981, el Papa Juan Pablo II sufrió un atentado, el cual nunca fue aclarado, si fue por un fanático religioso o una conspiración, a pesar de las explicaciones y aclaraciones de las fuentes oficiales.
Se idolatra a quien se admira
Los fanáticos ven a su ídolo como un Dios, es decir, el dicta la ley y los fanáticos la siguen y muchas veces sin preguntar por qué, ni para qué, pues a ellos no les interesa eso, a ellos los mueve solamente su entusiasmo por su ídolo o mejor dicho su Dios. Esto es algo que puede tomarse como una locura pero así es el mundo de un fanático. Es el caso de los jóvenes adolescentes que siguen a su cantante favorito vaya a donde vaya y a cualquier mal comentario acerca de su ídolo llegan a los extremos de defender a su idolatrado personaje.