Me dicen que hay varios jueces de uno de los tribunales de las denominadas altas cortes que han llevado a tal nivel sus diferencias profesionales y personales que ni siquiera se dirigen la palabra. Es más, mis informantes me aseguran que hay casos en que los magistrados si se ven a lo lejos por un pasillo tratan de evitarse, ya sea entrando por la primera puerta o devolviéndose. Lo cierto es que, aunque han tenido contradicciones por la forma y manera de ver la aplicación de justicia, en ese tribunal hay problemas por los beneficios marginales, mesadas por labores en horas extras incluidas, y por el disfrute de ciertos privilegios. Ahora resulta, que esos jueces estarían actuando como si fueran enemiguitos…
Espíritu de unidad
Perredeístas de uno que otro de los bandos en pugna por el control del partido blanco se están manifestando clara y abiertamente por la unidad interna de la organización, siempre bajo la sombrilla del respeto mutuo, la disciplina partidaria y la admisión de eventuales errores en todo el proceso. Hasta ahí todo va bien. Pero resulta y viene a ser que, como nunca falta un pelo en el sancocho, existen los radicaloides en el entorno de las figuras principales del perredeísmo que atizan cada día la confrontación, ora porque así sacan beneficios muy particulares, ora porque se entretienen con ver las llamas del fuego crecer, ora porque en realidad no tienen conciencia de que cada día que pasa le hacen más daño que bien al PRD con los sectarismos y las indisciplinas. Usted habla con cualquier perredeísta sensato, con los pies sobre la tierra, de cualesquiera de las parcelas que medran en esa institución federativa, y lo primero que sale a flote es la expresión esperanzadora de que “ojalá que pueda encontrarse un camino hacia la unidad”. Hay quienes creen que la sensatez y la prudencia se impondrán finalmente “pero siempre que todos sepan que la pava ya no pone donde ponía, y que la política de hoy no se ejerce como en los tiempos de Trucutú”. ¡Aaayyy..!