La asistencia en salud debe estar representada por un equipo humano en el cual desde épocas ancestrales el médico ha sido el eje central de esa actividad.
Ahora bien, dentro de ese equipo existe un actor no menos importante que realiza su labor aparentemente en un segundo plano, pero con responsabilidades de primera línea en el restablecimiento y atención al enfermo.
Ser enfermero o enfermera, en un sistema de salud organizado, juega un lugar preponderante ya que es sobre este recurso humano que descansan la mayoría de las ejecutorias dictadas por el médico con fines de lograr la mejoría, curación y/o rehabilitación de los enfermos.
En la República Dominicana, la enfermera no ha sido reconocida por el propio sistema sanitario por su valor y su remuneración. Ha estado, en escasas excepciones, asignada a una actividad muy limitada y deficiente cuando comparamos ese recurso humano con el nivel que se les exige en otras latitudes.
Esa situación, la cual está afectando e incide en la calidad de los servicios de salud a nivel nacional, está demandando de un cambio el cual deberá comenzar por reconocer que la enfermera es protagonista en la cadena de la atención médica y que su lugar es insustituible. Ya es hora que como parte de una política de salud se haga algo más para que nuestras sacrificadas y poco reconocidas y valoradas enfermeras no continúen siendo las cenicientas del sistema.
