“Loco es posesión diabólica. Convulsión es posesión diabólica, un diablo diferente, pero diablo, al fin. El tratamiento era la reclusión, y nada más. Pasan los siglos. Aparecen médicos que intentan tratar a los enfermos mentales y a los nerviosos. Los llaman charlatanes”.
De esta forma el psiquiatra Antonio Zaglul escenifica en su libro “Mis 500 locos” el pasado de los enfermos mentales. Un pasado que gracias a la ciencia se ha superado. Ahora, los pacientes psiquiátricos pueden estabilizarse y no son vistos como criaturas demoníacas, aunque todavía sufren estigmas sociales que el siglo XXI no ha podido erradicar.
“Nadie cuestiona a una persona cuando le da un infarto, pero cuando alguien se suicida la gente se pregunta ¿cómo es posible que lo hiciera? Y es que la gente piensa que las enfermedades psiquiátricas son caprichos, defectos o falta de virtud”, comenta el presidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría, Vicente Vargas Lemonier. “No entienden que la mente se enferma”.
Por derecho, el Estado dominicano debería garantizar la atención a los enfermos mentales, y las Administradoras de Riesgos de Salud (ARS) asegurar el acceso a sus medicamentos y tratamientos. Pero en la práctica esto es muy difícil. La falta de médicos, de centros especializados y el alto costo de los fármacos imposibilitan que los enfermos mentales tengan acceso a los servicios que podrían ayudarlos a estabilizarse.
El recurso humano especializado en la salud mental está concentrado en el Distrito Nacional y Santo Domingo. Esto le da cierta seguridad al residente en la capital, pero ni en Samaná, Dajabón, Santiago Rodríguez, Bahoruco, Elías Piña, Pedernales e Independencia hay psiquiatras.
En promedio, la República Dominicana cuenta con un psiquiatra y cuatro psicólogos por cada 100 mil habitantes, según datos de la Dirección General de Salud Mental.
Los tres centros públicos especializados en atender casos de mayor complejidad (tercer nivel de atención) están en la capital. Estos son: la Unidad Hospitalaria de Salud Mental Profesor Ramón Rey Ardid, del hospital Luis Eduardo Aybar; el Centro de Atención Integral a las Dependencias del hospital Moscoso Puello, y el hospital psiquiátrico Padre Billini.
Los centros de primer nivel de atención también están concentrados en Santo Domingo, según detalla la Dirección de Salud Mental. Es así como llegan las trabas para cumplir la Ley sobre Salud Mental 12-06 que garantiza la asistencia médica para los enfermos del sistema nervioso. La falta de médicos de la conducta humana y de unidades especializadas en este campo imposibilita que un enfermo “sea atendido, en la medida de lo posible, en la comunidad en la que vive”, como recomienda el reglamento.
Que existan hombres y mujeres deambulando por las calles es una de las consecuencias de la brecha de atención a los trastornos mentales. “En República Dominicana hay cientos de pacientes amarrados en el patio de las casas de los barrios, encerrados en cuartitos, con cadenas, como resultado de esa situación. La gente no tiene recursos para llevarlos a un hospital”, lamenta el psiquiatra Secundino Palacios.
Los centros de Salud Pública tampoco ofrecen buenas soluciones. Si vas a un hospital público lo primero que te pueden decir es: “ah, pero yo no tengo camas para ese paciente”, apunta el médico Vargas Lemonier. Los hospitales con camas disponibles para los enfermos de este tipo son solo cinco y están distribuidos en la capital, Santiago, San Cristóbal, Duarte y Valverde. En total, tienen 55 camas. Además, las consultas psiquiátricas están sobrepobladas: “Cuando un enfermo iba a hacer una cita conmigo, le respondían que tenía que esperar seis meses”, recuerda el galeno.
De esta situación está consciente el director de la Dirección General de Salud Mental, cuando enumera los desafíos de esta dependencia del Ministerio de Salud Pública. “El gran reto que tenemos es completar una red de servicios de salud mental en todo el país, con equipos de psiquiatras, psicólogos y trabajadores sociales que busquen a los pacientes que están en estado de encierro o deambulando”, reconoce José Mieses Michel.
Estos casos extremos tienen como origen la pobreza, pero no excluyen a cualquier familia de clase media. Un ejemplo claro es Víctor Francisco, (nombre ficticio). Este maestro y esposo de una médico, hace unos años, tuvo que pagar en base a “líos” el tratamiento de su hijo adicto. “Yo tenía un solar que lo vendí por cerca de un millón de pesos, también tomé dinero prestado”, comenta.
En total, Francisco estima que pagó en una institución privada -que por cierto quebró-, más de un millón y medio de pesos en el tratamiento de su hijo para la adicción a las drogas. Por parte de las Administradoras de Riesgo de Salud (ARS) no existe la cobertura para los dependientes, y los “tantos trámites y burocracias” no le permitieron conseguir asistencia.
La lista de perturbados no acaba. Karina Ortega (nombre ficticio) es una periodista que sufre de depresión. Desde hace siete años, cuando inició su embarazo, paga de su bolsillo las consultas psiquiátricas y su tratamiento, pero ha tenido dificultad en seguirlo “porque es muy costoso”. Sus consultas privadas fueron aumentando de RD$2,000 a RD$4,000 y un solo medicamento le costaba RD$3,000, es decir, la misma cantidad que ofrece por año el Catálogo de Prestaciones de Servicios de Salud del Plan de Servicios de Salud (PDSS) en fármacos.
Trabas de los seguros médicos
Otra atribución de esta ley es asegurar que toda persona con algún trastorno mental “tendrá derecho a recibir la atención sanitaria y social que corresponda a sus necesidades de salud”, tal cual fuera un paciente con una enfermedad física.
En el papel, el Catálogo de Prestaciones de servicios tiene cobertura ilimitada para las consultas psiquiátricas para niños y adultos, algunos medicamentos y hospitalización psiquiátrica, “solo en casos agudos y agudización de los crónicos”, de acuerdo a informaciones manejadas por la Dirección de Salud Mental.
Sin embargo, la realidad es otra. Existen psiquiatras y clínicas especializadas que no están asociados a ninguna red de seguros. elCaribe trató de entrevistar, vía telefónica, a algún especialista que trabajara con ARS, pero la respuesta, en varias de las llamadas, fue la misma: “No trabajamos con seguro médico”. Las consultas pueden costar hasta RD$4 mil, pero en general, el costo promedio es de RD$1,500.
El psiquiatra Ernesto Cabrera Vargas, quien trabaja en la clínica Gómez Patiño, explica su caso: “Trabajo con un solo seguro. Éste tiene cobertura completa a todas las consultas que sean necesarias, pero los internamientos en casos psiquiátricos solo tiene cobertura para dos días”. Comenta que las ARS, generalmente, se rehúsan a dar cobertura para las enfermedades psiquiátricas porque los tratamientos son muy costosos y el beneficiado suele ser un paciente de por vida.
El presidente de la Sociedad Dominicana de Psiquiatría cuenta que para que las aseguradoras cubran los gastos, “los pacientes a veces se valen de un diagnóstico distinto de medicina general para justificar un internamiento”. “Las aseguradoras siguen negándose a cubrir estas enfermedades e internamientos por trastornos que pueden llevar a la muerte”, se queja el médico.
El viceministro de Salud y miembro del Consejo Nacional de Seguro Social (CNSS), Nelson Rodríguez Monegro, órgano encargado de aprobar todas las ejecuciones del Sistema Dominicano de Seguridad Social, explica que la falta de cobertura para las enfermedades mentales tiene su raíz en el diseño del PDSS. “Como no existía una serie de informaciones sobre los problemas prioritarios en torno a la salud de los dominicanos, entonces se hizo una adaptación del Plan de Salud colombiano… No se contemplaron los problemas sanitarios mentales”, explica. A esta situación, el funcionario ya adelanta la respuesta de las ARS: la responsabilidad es del CNSS.
Efectivamente, José Manuel Vargas, presidente de la Asociación Dominicana de Administradoras de Riesgos de Salud, explica que tienen que cumplir con el catálogo de prestaciones del CNSS. “El Plan Básico de Salud tiene sus limitaciones en cuanto a medicamentos y médicos psiquiatras. Ese es un asunto del Consejo”, comenta, y adelanta que las ARS están dispuestas a ampliar sus servicios para estos padecimientos, pero hay que pagarlo. “Como sector estamos en la mejor disposición de amparar las afecciones, siempre y cuando sea costeado”, apunta el presidente de la ADARS, organización que tiene siete ARS asociadas, de 23 que existen en el país.
Este catálogo de prestaciones está siendo analizado. Rodríguez Monegro asegura que ya existe un proyecto para recabar esas enfermedades, procedimientos y medicamentos que la sociedad ha demandado desde que se aprobó el PDSS, en 2006. La idea es presentar para finales del 2014 un catálogo de prestaciones adaptado a las necesidades del país.
Acceso a los medicamentos
El Catálogo de Prestaciones del Plan de Servicios de Salud tiene una cobertura en fármacos de RD$3,000 anual. “Al comparar los precios de los psicofármacos más usados en relación a esta cobertura, se observa que este monto no es suficiente para un trimestre de tratamiento de salud mental, aun cuando esta cobertura fuera exclusiva para psicofármacos”, reconoce la Dirección de Salud Mental en un documento entregado a elCaribe.
Además, muchos de estos medicamentos esenciales, incluidos en la Seguridad Social, no están disponibles en las Farmacias del Pueblo de PROMESE/CAL, que son las que garantizan el acceso a la mayoría de la población. De hecho, en una lista de medicamentos para tratar los trastornos mentales, hecha por la Dirección de Salud Mental se cuentan 29 fármacos disponibles en el Plan Básico de Salud, y solo 10 se despachan en las boticas populares. l
Secundino Palacios
Médico Psiquiatra y psicoterapeuta
“Algunos pacientes nuestros no tienen ni la gracia de Dios. He atendido a enfermos a los que tengo que darles, incluso, el dinero para el pasaje. Su situación hace que nuestro trabajo sea más doloroso, más triste. Nos hemos esforzado para cambiar esta situación y garantizar que las aseguradoras den mejor cobertura. Las compañías de seguros y el Estado deberían garantizar el derecho a la salud mental”.
Angelina Sosa
Encargada de investigación de la Dirección General de Salud Mental
“Una de las dificultades que tenemos es la falta de personal especializado para atender a los pacientes psiquiátricos. No necesariamente tienen que ser psiquiatras, sino un personal entrenado. Nuestro mayor déficit está en la zona fronteriza, allí son pocos los servicios de salud mental, pero en cada región hay al menos un equipo para atender estos casos”.