Entre expresiones y términos infantiles

En el eterno proceso de relevo generacional los cambios en las expresiones, simbología, términos y significados, figuran como parte integral…

En el eterno proceso de relevo generacional los cambios en las expresiones, simbología, términos y significados, figuran como parte integral de su transcurrir, junto a las transformaciones de percepciones, gustos, valores, etc.

Quino (Joaquín Salvador Lavado Tejón) el dibujante universal nacido en Argentina, con su genial personaje Mafalda, destaca en muchas de sus caricaturas, los profundos cambios que se manifiestan en sólo una generación (20 años).

Los niños nuestros exhiben un lenguaje de “muñequitos”, expresiones de tiras cómicas que utilizan de manera válida, a contrapelo del lenguaje coloquial aprendido en el hogar.

Nuestro criollo color mamey para los infantes de hoy, quizás una avanzada de niños Índigo, es anaranjado.

De la misma forma alternan entre púrpura y morado. No comen Hamburguer, sino hamburguesas; no disfrutan de cocalecas ni “pop corn”, sino de palomitas de maíz. Ya en los cumpleaños no se canta alrededor del bizcocho, sino del “pastel”.

Lo que primero fue yerba, después grama, ahora es “césped”. Lo conocí como “calimete” pero no se le ocurra pedirlo así hoy, porque si no solicita un “sorbete”, se tiene que tomar el jugo o el “batido” a “boquejarro”.

Ya no hay sogas, sino cuerdas o cordel.  Es como si las chinas se fueran desapareciendo y solo encontráramos “naranjas”; lo mismo con los guineos que pierden la batalla frente a las bananas; patatas como sinónimo de papas y calabaza en lugar de “auyama”.

Ya no vuelan chichiguas y mucho menos las hacen con pendones, papel de vejiga, “almidón” e ingenio.

El capuchino es una mezcla de café, leche y otras “vainas”, en lugar del artefacto volador por excelencia que solo precisa de una hoja de “cuadelno”, habilidades, el carretel de hilo de la máquina de coser de la abuela y un chin de brisa.

Mientras la población adulta se refiere a los carros, los niños los llaman autos; no dicen gomas, se refieren a llantas; escasean las guaguas y abundan los autobuses. No es extraño que en el medio de un juego salgan a toda prisa tras recurrir al “hiperimpulso” motor.

Nacen con increíbles habilidades para los videojuegos y una memoria cibernética para nombres de personajes; el “mouse” parece haber sido su juguete durante la gestación porque nacen sabiendo usarlo con sorprendente habilidad.

Los extraterrestres, para los niños de hoy son, “alienígenas” y de seguro tienen alguno entre sus amigos.

Conocen los búhos, pero no saben lo que es una lechuza; lo mismo que saben de las luciérnagas, pero desconocen al cocuyo y las “nimitas”. Saben lo que es un zorrillo, un delfín, una jirafa, pero ni idea del cao, el guabá, el “saltacocote” ni la cigua y mucho menos la guabina.

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