Entre huevos, pollos, H1N1 y marrullas

En las borrascosas relaciones con nuestro país siamés, Haití,  la decisión de su Consejo de Ministros de vedar la importación de huevos y pollos desde RD. La población, sensible a los asuntos que tiene que ver con Haití, percibe…

En las borrascosas relaciones con nuestro país siamés, Haití,  la decisión de su Consejo de Ministros de vedar la importación de huevos y pollos desde RD.

La población, sensible a los asuntos que tiene que ver con Haití, percibe que la visita hermanada de Medina, a Martelly, salpicada de carcajadas y abrazos, muestras de un nuevo orden en las relaciones bilaterales, tuvo algo de trampa, porque ya Consejo de Ministros, con el cuestionado Dr. Laurent Lamothe a la cabeza, había tomado la decisión de la veda.

Indigna esa doble moral: aceptar la ayuda forestal de un país que comparte sus propios viveros, aun con su enorme déficit en bosques y vedar huevos y pollos criollos.

Fue ingenuo enviar una comisión con 3 ministros y un Director General, sin experiencia en negociar con haitianos, salvo Roberto Martínez V., sin cargo oficial de relevancia. Contrastan las caras de confiada suficiencia a la salida y el rostro de frustración vergonzante, al regreso.

Si de control sanitario se trata; si evitar enfermedades con riesgo de epidemia es la intención o impedir una pandemia, es el objeto, corresponde a los dominicanos exigir al haitiano, una certificación de que está libre de HIV. (EU dice que de allí vino la primera cepa que entró a su territorio).

Que no padezca tuberculosis, enfermedad superada y que en su nueva “versión” es casi incurable y de la que se han encontrado numerosos casos en emigrantes. Que no padezcan malaria (paludismo) que tantas víctimas ha reclamado en su país.

Que no estén enfermos de cólera, en la modalidad que tropas africanas le regalaron; que no importemos venéreas, controladas entre los dominicanos; que no estén embarazadas para buscar la asistencia médica que su sistema le niega y que los dominicanos, todos, pagamos.

Aunque no guste a muchos, el manual de  la política de Trujillo, basada en las ideas de Peña-Batlle, pulida  por Balaguer, mandaba otra estrategia. Me aprietas y reacciono con más fuerza; me forzas y recurro a “llaves” de lucha, validas entre intereses de países.

Una de las coyunturas de debilidad dominicana es su permeable frontera con Haití y su endémica permisividad. Baste como simple ejemplo, la cantidad de haitianos ilegales que viven en Santiago, “invasión pacífica” que desborda las capacidades oficiales, atenta contra el empleo de los nacionales e irrita sobremanera.

Si nos agreden por donde duele, por donde retornan al país buena parte de los recursos económicos que repatrian los trabajadores haitianos, hay que apretarles por sus áreas sensibles, para negociar con sentido de equilibrio y no con falsedades de H1N1, enfermedad derivada de la fiebre porcina y no de H5N1, gripe aviar no existente en RD. Pretextos, subterfugios insinceros, con oscuros propósitos escondidos. Así no, cojollo! l

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