Penosamente, en la pelota invernal dominicana el tema de tocar la pelota se ha ido de las manos.
Su transformación ha sido de ser parte esencial del libro antiguo del juego a una estrategia para en ocasiones complacer a ciertos presentes en las gradas o en sus casas y, finalmente, a un disparate que nadie puede justificar.
No estoy diciendo que tocar sea malo ni que hay que erradicarlo. Todo tiene su momento. El juego te dice el momento para regalar ese out en aras de ampliar una ventaja o de empatar el partido, siempre y cuando del otro lado lance una versión local de Clayton Kershaw, que espero me la presenten porque la desconozco.
Pero en lo que no debemos caer es en el absurdo de regalar un out por concederlo y, peor aún, en escudarse en dicho mandato para ocultar el miedo que invade a muchos dirigentes porque sus cabezas ruedan con la facilidad que precisamente muchos equipos tocan en este circuito profesional.
El sábado fuimos testigos del toque de Junior Lake con hombres en tercera y segunda, entiéndase las carreras del empate en posición anotadora, sin outs en el noveno y su equipo las Estrellas de visitante en el Estadio Quisqueya.
Fuera de que el equipo en la ruta no está supuesto a jugar para empate, si Lake, un hombre que ha estado en Grandes Ligas, no puede hacer swing para conseguir un palo que convierta la entrada en grande, entonces no merece estar en la alineación.
Eso es una irresponsabilidad.
No importa que sea octavo, noveno o segundo bate. Se trata de uno de los mejores peloteros del patio.
Tampoco me vendan el sueño de que lo mandaron, porque Lake es reincidente en eso. Mucho menos esgriman otros triviales argumentos que rondan por ahí.
Lake dio el out y las Estrellas perdieron. Mientras que siga la canción: “Tocar y tocar”.
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Felicidades al Licey por clasificar ayer a la final del torneo…El monstruo azul lleva buen tiempo despierto…El pitcheo rojo luce cansado y su defensa se ha desplomado…Cuando dos equipos obtienen la clasificación a la final ahí mismo termina el Round Robin.
