Entretener a mi amigo Temo

Durante años he estado al tanto de la carrera pública de Licelot Marte. La conocí cuando era reportero de Última Hora y después compartí con ella un largo período al coincidir en la junta de directores de Profamilia, entidad que llegué presidir.&#

Durante años he estado al tanto de la carrera pública de Licelot Marte. La conocí cuando era reportero de Última Hora y después compartí con ella un largo período al coincidir en la junta de directores de Profamilia, entidad que llegué presidir. Me constan su prudencia conservadora y actitud concienzuda al manejar los temas políticos. Desde su llegada a la Cámara de Cuentas, mis contactos con ella han sido impersonales en dos ocasiones, el primero de ellos provocado por un artículo en el cual cuestioné esa institución por lo que consideré complacencia en el trato hacia la administración de Roberto Esmérito Salcedo Gavilán en el Ayuntamiento del Distrito Nacional, a lo que ella me respondió con una extensa carta.

El segundo fue en el seguimiento del ya famoso caso “Canoa” (Gabriel Antonio Mora Ramírez, director municipal o “alcalde” de Cabarete). En el primer tema quedé decepcionado, pero en el segundo cumplió su promesa de hacer una amplia auditoría en la cual quedó demostrada la sistemática y millonaria expropiación irregular de los fondos de la comunidad puertoplateña.

No me sorprendió la declaración del pasado martes de Licelot sobre la escandalosa dilapidación de los recursos públicos (no “distracción”, que significa entretenimiento, diversión, pasatiempo, juego, espectáculo, deporte, esparcimiento, etc.). Al leerla pensé que cuando Licelot la hizo -más que ante un micrófono-  imagino que sentada en el pico de la escabrosa montaña que formarían, apiladas en el piso, los centenares de auditorías depositadas en los archivos de la Cámara de Cuentas, docenas de ellas remitidas sin consecuencia a la instancia del Gobierno que se debe ocupar de profundizar e iniciar los procesos judiciales contra los asaltantes del dinero público. Esto para no hablar de su último reporte sobre las cuentas nacionales presentado al Congreso, en el cual habla de cientos de miles de millones cuyo uso no está documentado.

La que si me causó una gran sorpresa fue la petición del siempre comedido y con frecuencia crítico, Temo Montás pidiéndole identificar a quienes derrochan los fondos públicos. No sé qué hará Licelot ante tal reclamo -obviamente político- del buen amigo Temo, ahora un sólido aspirante a ser presidente de la República.

Pero yo le enviaré el lunes a Temo, para que se entretenga, el reporte con las dos auditorías de la Cámara de Cuentas que hablan de las decenas de millones desaparecidos por la magia de Canoa en el cabildo de Cabarete, la colección de querellas por corrupción en su contra y el historial del vergonzoso trato protector que recibe en Puerto Plata de autoridades, legisladores, jueces y fiscales, que hace dudar de que exista algún interés en castigar a quienes no distraen, sino que se distraen robando los recursos públicos.

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