El Episcopado, Duarte y la defensa de la Nación

La Conferencia del Episcopado Dominicano emitió su Mensaje a propósito de la Fiesta de la Independencia Nacional. No hay que decir que este tipo de documento hay que leerlo con atención. A veces con toda la debida, porque no siempre sus contenidos&#823

La Conferencia del Episcopado Dominicano emitió su Mensaje a propósito de la Fiesta de la Independencia Nacional. No hay que decir que este tipo de documento hay que leerlo con atención. A veces con toda la debida, porque no siempre sus contenidos resultan muy manifiestos. Esta vez, la Iglesia Católica ha sido muy directa, y no podía ser mejor la ocasión, la conmemoración de la Proclamación de la República, en el año del Bicentenario de Juan Pablo Duarte.

El documento provee una lectura profunda a la vida del patricio, como ejemplo para los dominicanos, sus contribuciones a la formación de las ideas de nacionalidad y al conjunto de valores que encarna su pensamiento y práctica ciudadana, patriótica que lo hace trascender a la inmortalidad. Difícil imaginar cómo un hombre de su reciedumbre, su carácter irreductible podía al mismo tiempo resumir bondad, desinterés por lo material que no fuese otra cosa que la defensa hasta el sacrificio del derecho sustantivo de los pobladores de la parte Este de la isla a vivir con una identidad, una nacionalidad, con capacidad para sustentar su soberanía territorial.

En ese documento de la Conferencia del Episcopado, grandemente inspirador, encontramos  magníficas recomendaciones, si las quisiéramos, para construir la Nación por la que luchó el patricio.

En la brevedad de este comentario, nos quedamos con este trozo del mensaje, que bien podría inspirar a quienes tienen la responsabilidad de conducir los destinos nacionales y a aquellos dominicanos ansiosos de acompañarlos por el mejor de los caminos:

“Siguiendo el espíritu de independencia nacional y el ideal de la Patria soñada por Duarte, se requiere que los hombres y mujeres, representantes del poder ejecutivo, legislativo y judicial, a cuya responsabilidad le corresponde guiar los destinos de la Nación, actúen con la suficiente voluntad política para defender el patrimonio nacional, especialmente los recursos naturales y el ecosistema, frente a inversionistas extranjeros o nacionales que atenten contra éste de manera indiscriminada y en perjuicio del bien común”.

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