Muchas personas sufren de alergia a la lactosa y no pueden consumir los alimentos que la contienen como por ejemplo la leche y sus derivados.Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente un 70% de la población mundial presenta en su dieta algún tipo de intolerancia o problema a la lactosa; y de ese porcentaje muchos de ellos lo desconocen.
¿Por qué se presenta esta condición? La intolerancia a la lactosa es una enfermedad que se caracteriza por incapacitar a la persona para digerir el azúcar propio de la leche porque tu intestino no produce la lactasa, enzima necesaria para ese proceso y que normalmente se produce en el intestino delgado, donde se descompone en lactosa en una forma que puede absorberse por la sangre. La falta de esta sustancia puede causar síntomas de incomodidad para algunas personas.
De acuerdo con Patricia Mejía de Prats, especialista en nutrición de Nestlé para la región del Caribe, la lactosa es un azúcar que está presente en todas las leches de los mamíferos: vaca, cabra, oveja y en la humana, y que también puede encontrarse en muchos alimentos preparados.
“Si tú tienes intolerancia a la lactosa, tu cuerpo puede que no sea capaz de digerir toda la lactosa que tú comes o bebes. Las personas que no son resistentes a la lactosa presentan síntomas como dolor de estómago, gases, distensión del abdomen (hinchazón del vientre) o diarrea después de comer o beber alimentos que contienen leche”, dice.
La especialista explica que la sensibilidad a la lactosa no se presenta igual en todas las personas, ya que algunas notan sus efectos de forma inmediata tras consumir pequeñas cantidades, mientras otras tienen un umbral de sensibilidad más alto y es más difícil de observar su relación causa-efecto.
La intolerancia puede también cambiar con el tiempo y con el estado general de salud. Un episodio agudo de diarrea, causada por una infección, puede reducir temporalmente los niveles de lactasa y hacer más sensible a la lactosa de forma temporal.
Diferentes tipos
Hay que tener en cuenta que existen distintos grados de intolerancia, dice la doctora Mejía de Prats. Comenta que algunos individuos nacen sin la habilidad de producir la lactasa, enzima encargada de metabolizar la lactosa.
Esta condición es llamada intolerancia primaria a la lactosa. Las personas con este tipo de intolerancia tienen una mayor dificultad cuando consumen alimentos que contienen lactosa. Otras se vuelven intolerantes a dicha sustancia cuando van envejeciendo y algunas no la soportan después de haberse sometido a una cirugía o padecido una infección gastrointestinal.
La intolerancia a la lactosa puede también ser causada por malnutrición o por tomar ciertos medicamentos. Intolerancia secundaria a la lactosa es otro nombre para esta condición que generalmente desaparece después de 2 a 4 semanas después de haberse presentado.
Qué hacer entonces
Los especialistas recomiendan a quienes son intolerantes a la lactosa tomar leche en porciones de una taza o menos, probar quesos duros que tengan poca cantidad de esta sustancia, como el queso Cheddar e ingerir leche con la comida o con otros alimentos. Sugieren también ingerir yogur con cultivos activos o productos con poca lactosa, como la leche descremada.
También puedes optar por la leche de soya, una bebida vegetal rica en proteínas y por lo tanto más baja en calorías. Es rica en lecitina, sustancia que nutre a los nervios y ayuda a disminuir el colesterol en sangre.
La leche con poca lactosa contiene las mismas cantidades de proteína, vitaminas A, D y riboflavina y los minerales como el calcio, fósforo y magnesio que contiene la leche regular. Algunas leches con poca lactosa también están enriquecidas con calcio. Es importante revisar las etiquetas de los productos para ver las cantidades de nutrientes en la leche.
Cuando es de carácter primario/genético no existe cura posible, los síntomas sólo se alivian con la suspensión de los productos lácteos, utilizar un sustituto de la enzima lactasa o en su defecto iniciar el consumo de productos sin lactosa. En cambio cuando es de carácter secundario, es decir como consecuencia de otro problema, sí tiene solución, pero primero se trata el problema de origen. En ambos casos la recomendación primaria es acercarse al gastroenterólogo en caso de que el cuadro se presente en un infante, éstos se encargarán de orientarte por el camino correcto.
Si piensas que pudieras tener intolerancia a la lactosa, es muy importante que visites al especialista. La misma molestia podría ser causada por otras condiciones, como la enfermedad de Crohn, síndrome de irritación intestinal y una infección del intestino delgado. Estas condiciones pueden ser serias si no son tratadas apropiadamente.
Otras conclusiones sobre el problema digestivo
Los problemas digestivos se relacionan con el sistema nervioso, por ello, el estrés, la ansiedad y los trastornos depresivos afectan todo el sistema digestivo. De acuerdo con un artículo publicado en el HealthDay News, científicos italianos encontraron que algunas personas que creen tener intolerancia a la lactosa lo que tienen es un problema de índole psicológico.
Desde hace tiempo se considera que algunas patologías del aparato digestivo se ven influenciadas por los estados emocionales, tal es el caso de la gastritis, el estreñimiento, la diverticulitis y algunos casos de diarrea, entre otros. Esto podría ayudar a enfocar a estos pacientes y a muchos de sus médicos a trabajar esta patología de forma integral y con apoyo psicológico, explicaron los responsables del estudio.