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Erik Prince es un nombre que resuena tanto en los círculos de seguridad internacional como en los debates políticos de Estados Unidos. Fundador de Blackwater , una de las empresas de seguridad privada más controvertidas del mundo, Prince ha sido una figura central en discusiones sobre privatización de servicios militares y políticas de inmigración.
Nacido en una familia prominente de Michigan, Prince se destacó inicialmente como miembro de los Navy SEALs antes de fundar Blackwater en 1997.
La empresa se convirtió en un símbolo de la privatización de la seguridad tras los ataques del 11-S, pero también en un foco de críticas debido a incidentes como el tiroteo mortal en Bagdad en 2007, que dejó 17 civiles iraquíes muertos.
Blackwater fue contratada por el gobierno estadounidense para proteger al personal diplomático en Irak y Afganistán. Sin embargo, la falta de transparencia y las violaciones éticas llevaron a la pérdida de contratos millonarios y al retiro de licencias operativas en Irak. En 2009, Blackwater cambió de nombre a Xe Services y luego a Academi , tratando de distanciarse de su pasado turbulento.
Las actividades de Prince no se limitaron a Irak. Fue investigado por las Naciones Unidas por supuestas violaciones de tráfico de armas en Libia, aunque siempre negó su participación. Estos episodios lo convirtieron en una figura polarizante, tanto admirada por sus ideas innovadoras como criticada por sus métodos agresivos.
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El retorno a la órbita de Trump
Con la vuelta de Donald Trump a la presidencia en 2024, Erik Prince ha logrado reinsertarse en los círculos de poder de Washington. Aunque fue marginado durante el primer mandato de Trump, ahora busca consolidarse como un asesor influyente en temas de seguridad nacional e inmigración.
Prince ha presentado varias propuestas audaces, incluida la idea de utilizar contratistas privados para deportar a millones de inmigrantes indocumentados. También ha explorado la posibilidad de enviar migrantes con antecedentes penales a países como El Salvador , donde el presidente Nayib Bukele ha mostrado interés en colaborar.
Además, Prince ha abogado por el uso de fuerzas mercenarias en conflictos internacionales, como Yemen, y ha establecido vínculos con líderes como el presidente de Ecuador, Daniel Noboa , para combatir el narcotráfico y la delincuencia organizada.
Alianzas clave
- Nayib Bukele: Prince ha desarrollado una estrecha relación con el presidente salvadoreño, quien ha ofrecido su país como destino para detener a migrantes indocumentados estadounidenses.
- Tulsi Gabbard: La directora de Inteligencia Nacional y exaliada de Prince ha sido un puente importante para su regreso a la política.
- Pete Hegseth: Secretario de Defensa y otro aliado cercano que respalda sus iniciativas.
No todos ven con buenos ojos el regreso de Prince. Grupos de derechos humanos y exfuncionarios han advertido sobre los riesgos de privatizar la seguridad nacional. Jason P. Houser , exjefe de personal del ICE, calificó las propuestas de Prince como “una escalada peligrosa y antiestadounidense”.
Controversia con Venezuela
En una entrevista el pasado mes de marzo con Donald Trump Jr., transmitida a través de un podcast en Rumble, Prince aseguró que no se necesitan tropas estadounidenses para remover del poder al presidente venezolano Nicolás Maduro. En cambio, propuso una combinación de operaciones encubiertas y apoyo a grupos internos en Venezuela como método principal.
Durante la charla, Prince no solo criticó la política exterior del presidente Joe Biden hacia Venezuela, sino que también presentó su visión como una alternativa más directa y contundente. Según él, el gobierno de Maduro debe entender que permanecer en el poder tiene consecuencias claras.
“Si son absolutamente malignos, influencian negativamente, algunos golpes en la cara y él se irá”, dijo en tono contundente.
Además, el exmilitar anunció en agosto de 2024 la creación de un fondo llamado “Ya Casi Venezuela”, destinado a financiar su iniciativa. También mencionó que aumentar las recompensas por altos funcionarios del gobierno venezolano podría incentivar acciones que aceleren el fin del mandato de Maduro.
Implicaciones internacionales
La idea de usar operaciones encubiertas o colaboradores locales con apoyo extranjero no es nueva, pero sí profundamente delicada desde el punto de vista legal y ético. Expertos en relaciones internacionales advierten que este tipo de intervención puede generar inestabilidad regional y tensiones diplomáticas entre Estados Unidos y otros países latinoamericanos.
Aunque Prince sostiene que su plan no implica soldados estadounidenses en tierra, su propuesta sigue generando dudas sobre si realmente se trata de una operación civil o simplemente una forma menos visible de intervención militar. Su figura, vinculada históricamente a actividades oscuras, añade aún más sospechas sobre el alcance real de sus intenciones.
¿Un plan viable o pura especulación?
Más allá de los anuncios, muchos expertos consideran que el plan de Erik Prince carece de estructura real. No hay evidencia pública de que cuente con el respaldo oficial de Estados Unidos ni de actores clave dentro de Venezuela.
Sin embargo, su capacidad para generar atención mediática y captar fondos mediante campañas como “Ya Casi Venezuela” no puede subestimarse.
Prince utiliza un discurso emotivo y cargado de urgencia: “Váyanse ahora y dejen que el pueblo de Venezuela respire en libertad”. Pero detrás de esa frase late una pregunta fundamental: ¿quién decide quién se va y cómo?
Erik Prince ahora estableció un plan audaz para enfrentar la crisis de seguridad en Haití. En medio de un colapso institucional y una ola de violencia desbocada liderada por pandillas armadas, Prince propone una solución poco convencional: contratar mercenarios privados para estabilizar el país caribeño.
Su pasado como líder de operaciones militares encubiertas lo convierte en un personaje clave, pero también profundamente cuestionado. Aunque asegura que su intención es ayudar, muchos ven en sus palabras más sombra que luz.
Haití vive uno de sus momentos más oscuros. Desde hace meses, grupos criminales han tomado el control de grandes zonas urbanas, incluyendo puertos y rutas vitales. Las autoridades locales están paralizadas y la población civil atrapada entre el miedo y la desesperanza. Mientras organismos internacionales discuten soluciones diplomáticas, los ciudadanos comunes huyen o resisten como pueden.
En este contexto, Prince propuso enviar personal militar privado para proteger infraestructuras críticas y apoyar al gobierno interino.
“No se trata de invadir”, dijo en declaraciones, “sino de darle al pueblo haitiano una oportunidad de reconstruirse sin miedo”.
Reacciones divididas ante una idea extrema
La propuesta de Erik Prince no solo generó atención, sino fuertes reacciones. Algunos analistas advierten que recurrir a mercenarios podría agravar aún más la situación, alimentando conflictos y erosionando la legitimidad del Estado.
Otros, incluso dentro de la comunidad internacional, temen que esto abra la puerta a nuevas formas de intervención unilateral fuera del marco legal.
A pesar de ello, Prince insiste en que los gobiernos tradicionales han fallado y que ya no hay espacio para protocolos burocráticos cuando se trata de salvar vidas. “Es hora de actuar”, afirmó, “no de seguir hablando”.