La escritura en la escuela dominicana

Las severas deficiencias de los estudiantes dominicanos en escritura nos dan la medida de la gravedad del problema de la educación en nuestro país.

Las severas deficiencias de los estudiantes dominicanos en escritura nos dan la medida de la gravedad del problema de la educación en nuestro país. En el currículo, el proceso de enseñanza de la escritura está bien expuesto y se incluyen las estrategias idóneas para la efectividad del aprendizaje. Tal proceso está orientado a desarrollar competencias de comunicación escrita, pero los estudiantes, tanto de la educación básica como del bachillerato, son promovidos sin saber escribir ni siquiera su propio nombre.

La causa de tan penosa situación podría encontrarse en el hecho de que la casi totalidad de los maestros están impedidos de enseñar a escribir, porque nadie les enseñó las técnicas que viabilizan y facilitan el aprendizaje de la escritura, como son la copia, el dictado, el deletreo, la lectura, la composición. Además, los alumnos deben observar, comentar, analizar, interpretar lo leído, buscar el sentido. En cuanto a la ortografía, esta debe tratarse en dosis homeopáticas, como recomendó el superintendente de Educación, Pedro Henríquez Ureña, en 1933.

Si uno no sabe escribir está imposibilitado para conducir y acompañar al estudiante en su camino hacia el aprendizaje correcto de la escritura. El acto de escribir requiere unas vivencias, una experiencia personal, una intuición y una captación de la realidad mediante los sentidos. Las habilidades y destrezas en la escritura no se desarrollan oyendo al maestro hablar. Así como se aprende a montar en bicicleta montándose, se aprende a escribir escribiendo.

La debacle de la escuela dominicana se verifica cada vez que un organismo internacional evalúa la educación en el mundo y encuentra que los estudiantes de nuestro país ocupan uno de los últimos lugares. La asignatura en que son más terribles esas deficiencias es la lengua materna, que les sirve de fundamento a las demás. Una causa es que los menos dotados estudian Educación, mención Letras, y se titulan sin formarse en una cosa ni en la otra.

La lectura es básica para aprender a escribir. Leer es adentrarse en otros mundos posibles, indagar sobre la realidad para comprenderla mejor, distanciarse del texto y asumir una postura crítica frente a lo que se dice y lo que se quiere decir. Es el proceso de integración entre el lector y el escritor a través del escrito. Familiarizarse con textos adecuados a través de la lectura ayuda al alumno a poner por escrito sus saberes, impresiones, pensamientos, sentimientos, preocupaciones e intereses, en fin, su vida interior.

Escribir se define como un hablar mediante la trasformación de los sonidos en grafías, los fonemas en grafemas, convertir lo auditivo en visual. La lectura y la escritura son los dos métodos más eficaces para aprender cualquier otra disciplina, pero el acto de escribir muestra un empoderamiento mayor. Leer es percibir lo que ha sido escrito. En cambio, escribir es crear. El alumno adquiere el hábito de escribir en la medida en que va mostrando disposición para aprender y actitud creativa. Las competencias se desarrollan si hay dominio de ideas y conceptos, un clima apropiado y una correcta orientación hacia la práctica consciente.

Para que la práctica tenga sentido y eficacia, es necesario que el maestro tenga personalidad, formación, dominio y estrategias que le permitan motivar al alumno y ayudarle en su proceso de aprendizaje y en la actividad, en la práctica. Pero no tiene preparación, fue deformado en la escuela deficitaria en que pretende enseñar. No puede darles seguimiento a las orientaciones curriculares, las estrategias didácticas y la metodología recomendada en un currículo en cuya formulación y construcción no ha participado.

Los maestros no saben que la cognición es una actividad individual del alumno. No han entendido que los estudiantes deben ser los protagonistas de la clase, los que deben hablar, preguntar y responder preguntas. Ignoran que el papel del maestro es servir de guía, orientador y modelo en el proceso educativo. Deberían saber que su tarea no es enseñar, sino dejar que los alumnos aprendan, ayudarles a aprender, ser facilitadores del aprendizaje.

Esos maestros no aprenderán, pues creen que están haciéndolo bien, y es muy poderosa la resistencia al cambio. Urge un nuevo magisterio que ayude a superar la tenebrosa situación de atraso de la República Dominicana.

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