El estado del Estado de Bienestar

El Presidente Medina ha dicho, al menos en dos ocasiones, que el país se encamina hacia un Estado de Bienestar, el cual se define como una situación en la cual todas las personas lograr ejercer sus derechos fundamentales. Esos derechos son principalment

El Presidente Medina ha dicho, al menos en dos ocasiones, que el país se encamina hacia un Estado de Bienestar, el cual se define como una situación en la cual todas las personas lograr ejercer sus derechos fundamentales. Esos derechos son principalmente al acceso a los bienes básicos y servicios imprescindibles para una subsistencia digna tales como alimentos saludables y otros bienes indispensables, una vivienda digna, servicios de salud y educación de calidad, y protección frente al desempleo, la vejez, la enfermedad y la discapacidad.

Al mismo tiempo el Estado de Bienestar significa que para una parte importante de la población esos derechos son garantizados por la acción pública a través de la legislación y de la provisión de servicios básicos como la educación.

En contraste con sus predecesores, el gobierno de Medina ha emprendido algunas iniciativas en materia de servicios sociales que merecen ser reconocidas y apoyadas. Desafortunadamente para éste y para todo el país, el camino recorrido es tan corto, la velocidad de los avances tan lenta y la profundidad de los cambios tan limitada, que difícilmente permitan concluir que el país camina hacia un Estado de Bienestar.

Hay que decir que el entusiasmo no sólo se vale sino que es muy importante. Más aún, decir que la meta es lograr el Estado de Bienestar es transcendente. Significa que vamos superando la etapa en la que los medios como el crecimiento económico se confundían con los fines que son el bienestar de las personas y el ejercicio de los derechos. Pero el camino por recorrer es tan largo todavía, y son tantos y tan profundos los cambios pendientes que el discurso de que se camina hacia la meta raya en la fantasía.

Un rápido balance de cuatro aspectos fundamentales para el bienestar permite destacar cuán lejos estamos de poder decir con tranquilidad lo dicho por el Presidente.

En materia de salud, aunque a lo largo de los últimos dos años la población afiliada al seguro familiar de salud se ha incrementado en cerca de un millón, todavía en el país hay más de cuatro millones de personas que no cuentan con un seguro de salud. Pero además, en la mayoría de los casos, tener el plan básico de salud no ha implicado una diferencia importante. En general, la calidad de la atención sigue siendo penosa y el nivel de protección precario. En el régimen contributivo, la cobertura de servicios y medicamentos es muy baja, y en el régimen subsidiado, el aporte per cápita del Estado es reducidísimo.
República Dominicana sigue siendo uno de los países de la región que menos gasta en salud. Es incontestable que en los últimos años, los avances en esta materia son dolorosamente pobres, y poco ha hecho el Estado por garantizar bienestar en salud.

Por otra parte, la promesa de una pensión digna para la inmensa mayoría sigue siendo una quimera. Las pensiones deben proteger a la población frente a la vejez y la incapacidad para trabajar, y frente a la muerte de quien provea en el hogar. Pero los bajos salarios, los bajos rendimientos de los fondos, la tajada de la que se apropian las empresas gestoras y el incumplimiento de la ley por parte del Estado en el otorgamiento de las pensiones solidarias, han venido abortando esa legítima aspiración de la sociedad.

En educación es donde se aprecia que se empieza a trillar un camino distinto debido a la expansión de la infraestructura, a los pasos iniciales para mejorar la calidad y la introducción de la tanda extendida. Pero sabemos que se trata de un proceso cuyos resultados se logran a largo plazo, y sólo un exceso de entusiasmo puede explicar que ya se hable de una revolución educativa.

Por último, el resto de los derechos no pueden ejercerse si no hay una economía vibrante, que genere empleos de calidad y que produzca la riqueza y la base que de sustento material al ejercicio derechos de manera creciente. Las cifras de empleo que dio el Presidente en su discurso de rendición de cuentas son tímidas y no marcan una tendencia diferente y robusta en el empleo y la actividad productiva, y los salarios reales no han dado muestras de recuperación.

Avanzar en la construcción del Estado de Bienestar requiere mucho más que lo que ha hecho el gobierno de Medina, demanda más coraje político que el que ha demostrado, pero además requiere de una ciudadanía mucho más exigente y comprometida que presione, obligue y acompañe.

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