El Proyecto de Ley “Estrategia Nacional de Desarrollo de la República Dominicana 2030” que actualmente está sometido a vistas públicas representa, en materia de inversión pública en educación, un retroceso.

El proceso de elaboración del Plan Decenal de Educación 1992-2002 produjo una gran movilización social que dejó plasmada, en la Ley 66-97,  la voluntad popular en cuanto a la inversión en educación a la que aspira la sociedad dominicana. En esta ley se estableció como inversión mínima para la educación del nivel inicial, básico y secundario un 4% del producto interno bruto (PIB) o un 16% del presupuesto general de la nación, escogiéndose siempre el que fuere mayor. La misma ley estableció el año 1999 como fecha límite para que se cumpliere este mandato legal.

Lamentablemente, este mandato no se cumplió. Posteriormente, el actual gobierno  elaboró otro Plan Decenal de Educación 2008-2018, en el que  fijó, mediante incrementos anuales progresivos, cumplir con el 4% para el año 2012. Los incrementos establecidos  en dicho plan para los años 2009, 2010 y 2011 no se cumplieron. ¿Se cumplirá lo establecido para el año 2012?

El compromiso con el 4% que han hecho los candidatos a la presidencia nos da la esperanza de que se cumplirá el objetivo establecido en este último Plan para el año 2012. La mayoría de ellos tienen seguidores en el Congreso Nacional. Esto les da a los candidatos la oportunidad de demostrar su compromiso con la educación haciendo que sus representantes en el Congreso y ellos mismos se conviertan en abanderados del reclamo de que se consigne en el próximo presupuesto el 4% del PIB para la educación. Si los candidatos a la Presidencia de la República no logran que sus seguidores en el Congreso  cumplan ahora la promesa que han hecho,  ¿cómo creer que cumplirán cuando lleguen al gobierno?

La necesidad de contar con un presupuesto adecuado para tener la educación que el país necesita para lograr los niveles de competitividad y de desarrollo humano al que los dominicanos tienen derecho, es incuestionable. El propio gobierno dominicano ha hecho  compromisos internacionales para destinar a educación, no el 4%, sino el 5.5%, como lo hizo recientemente en sendos eventos internacionales celebrados en Argentina y en El Salvador. Costa Rica, por ejemplo, consciente de esta necesidad de contar con un sistema de educación de calidad, ha establecido en su constitución la meta de invertir para el año 2014 un 8% del PIB. Para el año 2011 ya está invirtiendo un 7%.

Dada esta realidad, resulta incomprensible que en el proyecto de ley sobre la Estrategia Nacional de Desarrollo que cursa en nuestras cámaras legislativas se vuelva a posponer el cumplimiento de este mandato legal para el 2015 y que se establezca, para el 2030 la meta de un 6.9%. El Plan Decenal de Educación estableció para el 2018 la meta de un 6.82%. Lo menos que podemos aspirar es tener en el 2030 el 8% que ya Costa Rica tendrá desde el 2014.

Si, como se establece en el proyecto de ley que comentamos, la educación es la base del desarrollo nacional y si, como ha dicho el Presidente de la República, sólo la educación salva al  país, el trato presupuestario que se da a la educación en dicho proyecto pone en cuestionamiento la viabilidad misma de la Estrategia Nacional de Desarrollo. Si no se modifica el trato presupuestario que se le da a la educación, esta estrategia de desarrollo no pasará de ser un documento más, carente de una verdadera voluntad política para su ejecución.

Los senadores y diputados tienen la oportunidad de enmendar ese desacierto. Los candidatos a la presidencia tienen, también, una gran oportunidad de mostrar su verdadero compromiso con la educación. Los candidatos no tienen excusas para no asumir su responsabilidad y hacer los esfuerzos que estén a su alcance para lograr que se cuente con un presupuesto conforme a lo que establece la ley en el año 2012, ya que les corresponderá a ellos su ejecución a partir del mes de agosto, y contar, también,  con una Estrategia Nacional de Desarrollo que coloque a la educación, en los hechos no en las palabras, en el centro de los esfuerzos nacionales para construir un mejor país.
El autor es educador

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