La experiencia y la memoria

Desde la década de los 70 se  ha visto una incursión de la psicología con la economía, incrementándose en las…

Desde la década de los 70 se  ha visto una incursión de la psicología con la economía, incrementándose en las últimas dos décadas. 

Las teorías económicas se fundamentan  en que las personas son entes racionales al momento de tomar decisiones, ahora bien diferentes investigaciones en el área de la psicología han demostrado que la experiencia en si que se tiene sobre una acción, no necesariamente se compagina con la memoria que tenemos luego sobre dicha experiencia. 

Esto afecta la manera en que tomamos decisiones basadas en experiencias pasadas. 

En la mayoría de las  decisiones de nuestras vidas nos gobierna el buscar un incremento del placer y la reducción del dolor.  Por ende  tratamos de maximizar uno y contener el otro.
 Muchas investigaciones  han concluido que no siempre computamos de la misma manera la experiencia misma del dolor con la memoria que retenemos de dicha experiencia. Sobre este concepto, existen dos reglas que se torna interesante reflexionar.

La primera es que nuestra memoria tiende a recordar  básicamente los picos de intensidad que tenemos sobre una experiencia así como la manera en que finaliza. La segunda es que tendemos a no tomar en consideración el tiempo de duración de dicha experiencia.  

Para los que sufren de piedras en los riñones, lo que recordamos es el pico del dolor, y no el tiempo de duración del mismo, haya sido  5 horas o 5 días.  

También es importante  el final de una experiencia, pues influye en gran manera de cómo la recordamos.  No es sorpresa que en Hollywood se utilizan  grupos focales para evaluar varios posibles finales de una película antes de tomar una decisión. 

 Estas dos reglas de “pico y final” y de “indiferencia al tiempo”, gobiernan nuestra memoria.   Y son intuitivamente conocidas y utilizadas  por nuestros políticos. 

Si la llevamos al plano local,  podríamos argumentar que la memoria de muchos sobre el período de gobierno del presidente Mejía se concentra en el pico de la crisis bancaria,  su impacto en la tasa de cambio,  y que la misma se materializó en el último año de su mandato. 

Es muy probable que la memoria de dicha experiencia fuera diferente si se hubieran invertido en el tiempo los dos primeros años y los dos últimos. 

Esto lo entienden bien los políticos, por ende no es sorpresa ver que a pesar de las precariedades fiscales que encaramos, y las declaraciones de altos funcionarios sobre la necesidad de una profunda reforma tributaria,  se mantiene hasta finalizar el mes de agosto un agresivo programa de inauguraciones de obras públicas, pues para nuestra memoria el final es importante. 

 Por estas mismas razones es que el Presidente Electo Medina, muy probablemente, desde sus primeros días en el poder, tomará las  decisiones difíciles y amargas,  pues como bien indicamos,  lo que recordaremos no es como inicia el cuento, ni su duración, sino el nivel de mayor intensidad  y su final.

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