Falsificar el arte

El New York Times y Patricia Cohén están trabajando el caso de las falsificaciones de obras de arte que varios galeristas reconocidos…

El New York Times y Patricia Cohén están trabajando el caso de las falsificaciones de obras de arte que varios galeristas reconocidos han estado vendiendo en el mercado norteamericano y mundial. El escándalo se hace más espeso y ruidoso debido a que algunos de los involucrados pertenecen a tradicionales marchantes de arte, o tradicionales ladrones según se ve ahora, que incluso hasta están emparentados con la reina Isabel II de Inglaterra, como es el caso de Timothy Taylor, casado con lady Hellen Windsor y sobrino político de su majestad la reina. Y la galería Knoedler & Company quien participa en el mercado desde 1846.

Son nombres con pedigrí en los ambientes de compra y venta de obras de arte. El arte de los muertos ha sido falsificado constantemente, no así el arte de los artistas vivos, ya que es bastante fácil certificar su procedencia, y sobre todo porque no deja tantos beneficios como el de los “consagrados” maestros del pasado. Ese solo hecho debería motivar a los nuevos coleccionistas a apostar por los jóvenes valores, hasta tanto aprendan a discernir entre una falsificación y una obra original. Pero no sólo los galeristas avivatos falsifican obras de arte, también lo hacen los críticos, los expertos en tasaciones y valoraciones, los restauradores, los familiares de artistas, y los mismos artistas.

Es que el mercado del arte, como la politiquería, deja mucho dinero, y cuando cae en manos de gente inescrupulosa, lo prostituyen hasta en su más básica esencia.

Son tan industriosos los falsificadores de arte, que hay coleccionistas, sobre todo en Estados Unidos, que donan obras de arte “originales” compradas en Europa a museos, con tal de que se les reconozcan como mecenas o donantes generosos, y así “bautizar” la procedencia de las otras baratijas que tienen en sus casas. La autenticidad de una obra de arte no sólo se puede determinar por el ojo experto de algún reconocido conocedor del arte, se dan casos como el de la falsificación de un Pollock descubierta porque un análisis forense determinó que una sustancia de la pintura solo existía a partir del 1962, mientras que Pollock había muerto en el 1956. En ese caso fue la magia de la química del laboratorio quien descubrió el fraude.

¿Hay falsificaciones y fraudes en República Dominicana? Por supuesto que sí, y lo peor del caso es que muchas de esas falsificaciones las venden quienes deberían proteger el mercado, porque de él es que viven y han hecho nombre.
También se da el caso de los que califican de  falsas cualquier obra que no provenga de ellos, a esos es a los que más hay que temer.

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