Dicen que nunca falta un pelo en un sancocho. Fue lo que aconteció ayer, ya acostándose la paloma, cuando iba por concluir en paz, para muchos sin pena ni gloria pero en paz, “la protesta” de los denominados grupos populares contra la reforma fiscal. Uno de esos anarquistas radicales que hacen vida medrando en las organizaciones llamadas progresistas parece que no podía resistir ya que la demostración en contra de la reforma iba a pasar sin que se hubiese producido siquiera un empujón a alguno de los manifestantes, y agitó y agitó a los acampados en la puerta sur del edificio del Congreso para que del acoso con palabras y gestos a los diputados que ya habían aprobado en primera lectura el controversial proyecto se pasara a los hechos. Un legislador iba saliendo del edificio y la turbamulta comenzó a vociferar con palabras impublicables, golpeando su vehículo y abucheándolo, en un acto de provocación que se fue de las manos a los organizadores, que justo es decirlo, procuraron hacer su demostración sin estridencias. Poca cosa faltó para que el hecho no degenerara en violencia…
El quiquismo
No juzgo a priori el comportamiento de mis amigos, ni tomo como parámetro para mediciones de ese tipo acciones del momento. Si hay un dirigente político al que me unen lazos profundos de amistad mutua, comprobada, desde hace mucho tiempo, ese es Federico Antún Batlle (Quiquí o Quique). He diligenciado en vano, recientemente, que me reciba el gerente general del BNV para tratarle nada relacionado con financiamiento de invernaderos ni de apartamentos, ni de otros inmuebles. Al vicepresidente mundial de la Organización Demócrata Cristiana tampoco he podido hablarle, porque ha estado fuera del país, cumpliendo con sus compromisos institucionales. Y al trabero de fuste, gallero exitoso, no he llegado porque no soy asiduo de los torneos de lidias y espuelas. De manera, que si uno de estos personajes, que son una misma persona, pudiera viabilizar que converse con El Quiquí, le estaré agradecido. A menos que sea verdad aquello, que dudo, o más bien quiero dudar, de que el poder separa a los amigos…
