Francina habla de su niñez y del cambio en su vida

El rostro de Francina Hungría volvió a iluminarse como aquel de la fotografía tomada antes de que sufriera la agresión que la dejó ciega, hace casi dos años.

El rostro de Francina Hungría volvió a iluminarse como aquel de la fotografía tomada antes de que sufriera la agresión que la dejó ciega, hace casi dos años. En esa imagen, dada a conocer luego de la tragedia, muestra una sonrisa fresca, relajada y llena de vida, la cual volvió a mostrar al rememorar tiempos de su niñez, su época de estudiante y cómo era su existencia antes de ser marcada por aquel fatídico día. Durante el encuentro, la joven ingeniera de 28 años habla de su formación académica, de su familia, del trabajo que realizaba y del que desempeña ahora, así como de otras intimidades.

De su niñez,  Francina dice que lo que más recuerda es la unión familiar con que creció junto a  sus padres,  hermanos (una hembra y un varón) y 10 primos, debido a que su abuelo auspició la construcción de un edificio para que todos los hermanos vivieran cerca. Indica que las travesuras compartidas y la complicidad no faltaban en la cotidianidad de esos días transcurridos en Alma Rosa Primera, donde todavía reside.

“La verdad es que cualquier momento era súper, súper divertido. Si se iba la luz ese era el mejor pretexto para echar cuentos, para tocar guitarra o para jugar al escondite, según fuera el humor”, dice con el rostro iluminado. “Fue tremendo privilegio poder vivir con 10 primitos, y aparte de eso teníamos el espacio para jugar a nuestras anchas”, aduce.

“La dinámica familiar siempre fue muy convencional, en el sentido de que los hermanos pelean (se ríe), tienen sus diferencias “, dice. Esa unión se mantiene, relata, pese a que muchos de ellos se han mudado debido a que se han casado o han emprendido otros proyectos. Su hermana, aunque ya formó familia, todavía vive en el edificio.

Francina dice que siempre ha tenido el carácter fuerte y ha sido muy independiente, lo que quizás -reflexiona- tiene su origen en la formación que recibió. “Era algo así como del colegio a la universidad y luego al trabajo, fue una formación muy motivada por mis padres, pero al mismo tiempo forjó mi carácter para ser más autónoma, hasta el punto que ellos no sabían ni qué comía ni cuándo entraba, ni cuándo salía”, rememora durante la entrevista, acompañada de su progenitor, don Frank Hungría, quien se ha convertido en su guía. Mientras ella habla, él no deja de mirarla con admiración.

Cree que la elección de su profesión (ingeniería) estuvo muy influenciada por su carácter, porque “yo entiendo que el trabajo que escogí es precisamente del perfil de un hombre, porque hay situaciones por las que pasa una mujer metida en una obra que son muy difíciles”. Explica que mientras trabajó en ejecución de proyectos se encontró con algunas resistencias, las cuales venció con paciencia y “dándole un poquito la razón” a los hombres con los que trabajaba.  Entiende que, como la sociedad dominicana es muy machista, cuando una mujer está en una posición de poder debe saber inspirar respeto, pero respetando a los demás.

“Yo me encontré con muchos obreros que quisieron decirme:´cuando usted nació yo tenía 20 años en obras´ o ´usted no sabe de esto´, pero sencillamente uno tiene que tener la capacidad de decirle “aquí todos somos iguales, pero yo estoy aquí para guiarlos a ustedes”, señala.

“Ahora, de obras, de eso sé yo. Ahora yo le voy a decir cómo usted lo tiene que hacer y las instrucciones son estas. Ahora usted me dice cómo usted lo hace y yo le digo si lo puede hacer”, indica que tuvo que decirles con firmeza a algunos obreros en ocasiones.

Recuerda que no faltaron aquellos hombres que le decían: “mira mami, eso no es así”, a quienes contestaba “la mami suya está en su casa, aquí yo soy la ingeniera”.

Esa seguridad en sí misma no siempre estuvo presente en ella. Surgió poco a poco, específicamente en la época que cursaba la educación básica, “Como estudiante fui muy tranquila, inclusive a veces me costaba hablar, pero luego cuando entré a séptimo u octavo grado esta boquita se abrió y yo empecé a tomar un poquito más de desempeño”. Sus estudios los cursó en el Colegio Santa Teresa, del ensanche Ozama, donde se graduó en el 2002 y su formación profesional la desarrolló en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec). Ahí se graduó en  el 2007.

Para Francina, un fin de semana ideal era quedarse en su casa viendo televisión, lo cual ahora no puede hacer, pero dice tener la esperanza de poder volver a disfrutar cuando pueda tener acceso a tecnología de audio descripción. “Un típico fin de semana pedíamos tacos, veíamos una película y estábamos tranquilamente. A mí me gusta mucho cocinar, mi domingo ideal era ver programas de cocina y, bueno, el domingo era el día de yo pasar de la cámara a la nevera, comer y dormir y ver televisión. Ese era el día para yo decir que lo más motivante para hacer era no hacer nada”, narra. A la pregunta de cuál es su comida favorita contesta de manera rotunda: yo como de todo y todo me gusta, o sea yo disfruto comer, yo disfruto la comida.

Aunque ya no puede practicar zumba, debido a que la falta de la visión se lo impide por la coordinación de movimientos que requiere el baile, la joven dice que practica algunos ejercicios para mantenerse en forma. “Voy al gimnasio, hago elíptica, caminadora y otros, y aunque me lo encuentro un poco aburrido lo bueno es saber que se puede hacer, aunque sea de una forma diferente a la que uno está acostumbrado”, cuenta.

En su vida sentimental, Francina está en la actualidad sola, lo que prefiere debido a que está en una etapa de adaptación a su nueva vida, pero dice que, al igual que muchas mujeres, sueña con casarse y tener sus hijos. Igualmente, señala que ha limitado las salidas sociales con amigos, pero cuando  suele compartir con ellos prefiere los restaurantes. También dice que le gusta la música, específicamente el rock en inglés.

De su padre, a quien siempre vemos acompañándola como a su guardián, dice que aunque tienen caracteres muy diferentes –lo que los lleva a chocar a veces- él es su mejor amigo.

“A la gente yo le digo que esa es una fortuna muy grande, papi sabe todo lo que tiene que ver conmigo antes que una amiga y de hecho cuando yo tengo un asunto sentimental yo antes de compartirlo con una amiga yo me siento a analizarlo con mi papá, a llorarlo con mi papá y a esperar un consejo de mi papá y eso siempre ha sido así”, relata y destaca que el apoyo que le ha brindado su progenitor es tan grande que lo único que a él le ha faltado es no tener vista tampoco.

Una campaña para que se le haga justicia

En la actualidad, la joven está a la espera de que se realice el juicio de apelación, en el que tiene la esperanza de que sean condenados los cuatro implicados en la agresión que recibió y que fueron liberados. Para apoyar su causa se está promoviendo en la red una carta en la que se pide, a través de una firma, justicia. La misiva está dirigida al presidente Danilo Medina y otras personalidades, como a los presidentes del Senado, Reinaldo Pared Pérez; Abel Martínez Durán, de la Cámara de Diputados; Mariano Germán, de la Suprema Corte de Justicia y Milton Ray Guevara, del Tribunal Constitucional. También a Francisco Domínguez Brito, procurador General, y a Yeni Berenice Reynoso, fiscal del Distrito Nacional. Para firmar, solo tiene que acceder al sitio justiciaparafrancina.com.

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