“… (El) supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión”; es una expresión en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que justifica la rebelión política. Pero a menos que se quiera ver fantasmas en la República Dominicana esa es una condición superada. Igual que otros países de la región, por ejemplo, Brasil; allá un sindicalista y una exguerrillera tienen 11 años en la dirección y gestión del Estado brasileiro. Lo que sí cambiaron fueron los métodos de lucha: accedieron al poder del Estado por la vía electoral y han hecho predominar en su conducción la eficiencia y la honestidad. El acento en la honestidad ha llegado a lo máximo: 12 ministros han sido sometidos a la justicia por corrupción.
Lo que sucede con la dirección y gestión del Estado brasileiro es una muestra de qué tanto se puede hacer para el desarrollo de la sociedad dominicana; lo cual no es exclusivo ni es sinónimo de posiciones de izquierda; se ha logrado a partir de posiciones políticas del otro extremo o moderadas, también con mucho éxito. Solo se necesita niveles máximos de honestidad y eficiencia en la gerencia del Estado.
Si se aspira a lo óptimo en lo político en el momento actual de la historia dominicana, la gerencia del Estado debe considerarse muy seriamente; lo que implica estudiarla con todo el rigor posible a partir de sus fundamentos y aplicaciones.
Para avanzar, en el presente adquiere carácter de prioridad la aprobación de la Ley de Partidos para crear nuevos espacios y oportunidades de participación política; promover esos valores y objetivos en personas honradas que ostentan posiciones en los seis poderes del Estado para que procuren aplicarlo en sus áreas de competencia. Y que quienes están en la oposición política y no tengan como propósito enriquecerse en el Estado sino hacer desde las mismas contribuciones a la sociedad dominicana, entiendan el nuevo escenario y se preparen ante los nuevos desafíos.
Desde el Gobierno actual hay muy positivas señales en la dirección indicada; pero ante los retos aún son muy débiles. La elaboración y puesta en ejecución de planes maestros de desarrollo 2030 en todas las instituciones del Estado que incorporen los avances de la gerencia moderna junto con acciones enérgicas contra las distintas formas de corrupción, anunciaría una nueva etapa de la historia dominicana. El más elevado homenaje a héroes, mártires y millones de dominicanas y dominicanos que merecen un mejor país.
