Ya explicamos, la semana pasada, lo que son los ejercicios neuróbicos. Aprovechamos el espacio de hoy para detallar algunos de ellos. Lo importante es saber que el cerebro tenemos que usarlo y entrenarlo para tenerlo vivo porque, si no, como ocurre con los músculos, cuando no hacemos ejercicios físicos, se atrofia. El cerebro, sin uso, se convierte en un piloto automático, envejecemos más tempranamente y estamos más expuestos a la demencia senil y al síndrome de Alzheimer.
Practiquemos actividades que nos comuniquen con el mundo exterior y con las personas que nos rodean: familiares, amigos y los que forman parte de nuestra red social, que nos abren un abanico de oportunidades para experiencias multisensoriales: escenas diferentes, ruidos y sonidos distintos, variados aromas, olores y colores y la interacción con personas distintas. Camine al aire libre, visite museos, templos y monumentos, viaje, disfrute de la música, participe en giras de grupos en vehículos colectivos, practique jardinería, cultive orquídeas y rosas, cambie de vez en cuando la ruta que usa rutinariamente, trate de conocer nuevos idiomas y culturas; amplíe su vocabulario, consulte con frecuencia el diccionario, dedique todos los días algún tiempo a la lectura, llene crucigramas, kakuros u otros rompecabezas.
Practique natación o algún otro deporte de su elección, vaya de paseo al campo. Busque nuevas emociones, trate de recrear viejas experiencias y coméntelas con sus amigos, participe en grupos de tertulia. En las reuniones, fiestas y recepciones trate de conocer personas nuevas. Cambie el orden de realizar algunas cosas de su rutina diaria.
Cada persona puede hacer su agenda de ejercicios neuróbicos, pero hágala ya, mantenga la interacción social y búsquele nuevos estímulos a sus sentidos para que pueda mantener su cerebro vivo.
