Frente a la ola de violencia, el Gobierno al fin reaccionó. El presidente de la República reunió a los ministros de Defensa, Interior, al Procurador General, al jefe de la Policía, junto a los comandantes del Ejército, de la Armada, de la Fuerza Aérea.El propósito es obvio. Tratar de contener la creciente inseguridad. Algo tenía que hacer el Presidente de la República. Ayer este diario reclamaba que el Gobierno, el propio presidente Danilo Medina, atienda el drama que vive la población, que a gritos pide seguridad, una cosa elemental para los pueblos.
Y efectivamente, de momento, satisface que el presidente Medina convocara a los responsables de la seguridad nacional. Son ellos específicamente quienes tienen la misión de resguardar los entornos, las calles y campos de los ataques de los delincuentes contra la gente.
Ya no solo actúan en forma desafiante, como advertíamos ayer. Van más allá. Se burlan de las autoridades. Esto es un verdadero relajo. Los atracos no cesan, los asaltos, incluso de bancos, tienden a volverse rutinarios, y de qué manera.
Tampoco hay ni siquiera consideración de mínima humanidad. Agreden a niños y niñas, a mujeres indefensas. Van, atacan a las personas en sus propios hogares. Hasta a los transportes colectivos los atracan. Es un desmadre.
No es tiempo de teorizar y venir con conceptualizaciones como si no se estuviera viendo el sufrir colectivo. Es acción preventiva y represiva contra el crimen lo que se requiere.
Los responsables de la seguridad, que son los mismos funcionarios a cargo, y de los cuales se burlan los criminales, deben ver bien qué van a hacer, porque eso de restablecer los patrullajes mixtos, ya lo hicieron; motorizar policías, también lo hicieron. Decir que van a “recolectar” a “todos los miembros de la Policía Nacional que se encuentren en servicios fuera del patrullaje, a los fines de que todos vengan a trabajar en nuestra misión, igual lo han dicho muchísimas veces.
Que no vengan con aparatajes efectistas, que ya los delincuentes los conocen. Que analicen, estudien y trasciendan sus rutinas, que no han servido para nada.
