La gracia de ser pelotero cubano

Es válido para que cualquiera estalle de la risa, pero Yoenis Céspedes acaba de firmar un contrato que supera el de Nelson Cruz.

Es válido para que cualquiera estalle de la risa, pero Yoenis Céspedes acaba de firmar un contrato que supera el de Nelson Cruz. Quisiera que alguien me explique las razones para que Oakland, una franquicia de mercado pequeño, llena de vicisitudes, razón por la que no ha podido mantener el gran talento que ha pasado por su finca, se lanza en esta aventura.

Tampoco entiendo como Céspedes, que no ha tirado una en un mundo tan exigente como el de las Grandes Ligas, obtiene un pacto que un hombre como Cruz, que sí ha dado palos, que sabemos es un peloterazo, no lo obtiene con su equipo, los Vigilantes de Texas.

Pero voy más allá: para firmar un pelotero dominicano se convocan todos los bureaus posibles y ni hablar de que se investiga a un nivel que se equipara con el de seguridad nacional.

Con los cubanos todo tiene el sello del más infalible de los notarios, esa edad que dicen tener cuenta con una fe universal que nadie rebate y reciben un tratamiento económico que asombra con fuerza.

Ese es un aspecto del negocio de las Mayores que no he podido digerir por más picadito que intenten ponerlo en la mesa.

Lo grande de todo es que ningún pelotero de esa nación ha cumplido con las expectativas creadas sobre su figura.

Ninguno ha sido estrella en las Grandes Ligas. Lo reitero: ninguno. Buenos peloteros y punto. Lo mejor es caer en gracia.

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