Gran desorden municipal

Con el paso de los años la ciudad de Santo Domingo se ha ido convirtiendo en un gran desorden en el orden municipal, cuyo control parece habérsele ido ya de las manos a los ayuntamientos, principalmente al del Distrito Nacional.

Con el paso de los años la ciudad de Santo Domingo se ha ido convirtiendo en un gran desorden en el orden municipal, cuyo control parece habérsele ido ya de las manos a los ayuntamientos, principalmente al del Distrito Nacional.

El más grave problema lo constituye la deficiencia de los cabildos para enfrentar con eficacia el problema de la limpieza, lo que ha hecho que prácticamente toda la zona urbana de la ciudad se mantenga llena de basura. Nunca antes, como ahora, la capital lució tan descuidada, sobre todo en lo que al aseo urbano se refiere.
Asimismo, es necesario que los ayuntamientos inicien un programa de construcción y limpieza de pozos filtrantes.

PROBLEMA DE LAS CAÑADAS

Otro problema que amerita la rápida intervención de los cabildos es el de las tantas cañadas cuyas aguas putrefactas y malolientes se desplazan por gran  parte de la ciudad. Urge la implementación de algún programa técnico que contribuya a la solución de este grave problema de las cañadas, que ya se han convertido en depósitos de las aguas residuales cargadas de excrementos humanos provenientes de los muchos barrios marginales carentes de sistemas sanitarios que vierten sus aguas negras en esos peligrosos afluentes.

Se considera que las cañadas se han convertido en una de las principales fuentes de generación y transmisión del cólera.

Tomando en cuenta la precaria situación económica por la que alegadamente atraviesa la mayoría de los cabildos, sería oportuno el auxilio del Gobierno, a través de su ministerio de Obras Públicas, para la creación de un plan de limpieza y reacondicionamiento de las cañadas, mediante un apropiado sistema de encache que permita el rápido desplazamiento de las aguas negras que corren por las mismas. En la capital hay  sectores marginados donde cada vez que llueve con alguna intensidad, se desbordan las cañadas.

Ahí tiene, pues, el presidente Leonel Fernández una magnífica oportunidad para ir en auxilio de los barrios, como parte de su improvisado plan personal de asistencia pública a los más pobres.
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