Haití: responsabilidad de la comunidad internacional

Los dominicanos han dado importantes muestras de solidaridad y sensibilidad humana con el país vecino, especialmente en sus momentos de mayor necesidad.Luego del devastador terremoto por ejemplo, o de trágicas inundaciones, mientras…

Los dominicanos han dado importantes muestras de solidaridad y sensibilidad humana con el país vecino, especialmente en sus momentos de mayor necesidad.

Luego del devastador terremoto por ejemplo, o de trágicas inundaciones, mientras otros países del mundo organizaban las raciones de agua y alimentos que enviarían hacia Haití, los comedores económicos del Gobierno dominicano ya estaban instalados y operando allá. Mientras los demás preparaban la logística para ofrecer ayuda, ya muchos helicópteros, aviones y numerosos vehículos desde República Dominicana, tanto gubernamentales como privados, estaban en Haití contribuyendo a la importante labor de rescate. En lo que médicos de organizaciones internacionales llegaban a Haití para prestar asistencia, los hospitales dominicanos se habían llenado de haitianos recibiendo medicamentos y servicios de salud, sin importar que ello probablemente conlleve al colapso del sistema hospitalario dominicano, porque lo cierto es que nuestros problemas lucen pequeños frente a la pesadilla que viven los hermanos haitianos.

La solidaridad y la entrega con que Gobierno, empresariado, iglesias, organizaciones no gubernamentales, particulares y en general, el pueblo dominicano ha colaborado con los haitianos en diferentes circunstancias enrostra una interesante paradoja: el país al que la comunidad internacional ha difamado, ha llamado tantas veces xenófobo y racista por sus relaciones con Haití y ha sentado en el banquillo de los acusados con dicho argumento es justamente el país que ha mostrado mayor sensibilidad ante la situación y le ha brindado más ayuda.

Dicha comunidad internacional ha sido indiferente ante la realidad de que desde hace muchos años Haití es un pueblo que agoniza y donde lentamente pero de forma sostenida mueren millares de personas de hambre, de sed y de enfermedades que en otros lugares del mundo ya están erradicadas.

La mayoría de los haitianos tiene décadas viviendo en condiciones infrahumanas en su país. Se ha convertido en un lugar casi inviable y la comunidad internacional nunca ha tenido una iniciativa seria y realista para lograr, siquiera por razones humanitarias, la reconstrucción de Haití y su resurgimiento en condiciones más dignas. Ante la pena que produce el crónico drama haitiano la República Dominicana debe jugar un papel protagónico en su transformación, pero dicho papel no se trata de intentar resolver por sí sola problemas que por razones objetivas no tiene la capacidad para resolver, sino de exigir a la comunidad internacional que, por vez primera, asuma la responsabilidad que le toca con Haití.

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