¿Hasta cuándo se prolongará la unidad de la oposición?

Los partidos y líderes de oposición no pudieron llegar a acuerdos electorales entre ellos en las pasadas elecciones, pese a que la lógica les indicaba que era la única forma de competir contra la reelección. Sin embargo, pasados los comicios, han&#82

Los partidos y líderes de oposición no pudieron llegar a acuerdos electorales entre ellos en las pasadas elecciones, pese a que la lógica les indicaba que era la única forma de competir contra la reelección. Sin embargo, pasados los comicios, han conformado, y hasta ahora mantienen, una alianza estratégica para combatir en aspectos puntuales al reelecto presidente Danilo Medina y al oficialista PLD. Pero, tomando en cuenta la evidente diversidad de criterios, ideologías, aspiraciones y metas que se observa entre los opositores, la pregunta obligada es: ¿Hasta cuándo durará esta convergencia?

Tampoco sería ocioso preguntarse qué tanto han ganado estas fuerzas con su alianza coyuntural y qué podrían ganar en lo adelente. El que pierde una elección tiene varios caminos: Obtener cuotas de poder y prepararse para procesos venideros, son dos de las principales opciones.

Por lo pronto, con la unión de fuerzas de partidos y dirigentes opositores en torno a temas específicos se obtiene una ganancia inmediata, incluso hasta para el sistema democrático, y es que se proyecta el mensaje de que, buena o mala, existe una oposición articulada, frente al gobierno del partido morado, algo que no se podía decir en ningún tramo de la pasada gestión, por aquello de que se cuidaron “del toro que no era”, como el personaje Magino, del relato de Juan Bosch.

El proceso de unión de grupos políticos adversos al PLD se ha dado de manera contraria a lo habitual. Normalmente, los bloques se conforman con fines electorales, y luego de las elecciones, cada fuerza decide hasta cuándo se mantiene en la coalición.

Pero en este caso ha sido distinto. Para presentar candidaturas comunes no fue posible la unidad de opositores, pero sí se juntaron durante el tramo final de la campaña, con el fin de presentar objeciones de manera conjunta a aspectos del proceso, como el sistema de conteo. En las impugnaciones a los resultados también actuaron de manera conjunta. Y la alianza se mantiene. De hecho, se ha fortalecido y ampliado, e incluso, ha recibido refuerzos externos.

En este acuerdo no escrito, los dirigentes políticos se olvidaron de las diferencias, muy notorias, tanto de forma como de fondo, que existen entre ellos.

Por ejemplo, se han sentado en la misma mesa, y han emitido pronunciamientos conjuntos, dirigentes tan conservadores como Vinicio Castillo Semán y Elías Wessin Chávez, junto a Minou Tavárez Mirabal, que representa el otro extremo. Eso, por solo citar un ejemplo de figuras con perfiles opuestos.

El tema que los une ahora es el reclamo de una Junta Central Electoral y un Tribunal Superior Electoral con miembros no partidistas. Hasta el momento, la unidad no solo se mantiene, sino que ha captado otros aliados, tantos en el ámbito político como en la sociedad civil.

Los actores

Dentro del bloque no hay principalías ni de partidos ni de figuras, o al menos, se pretende que luzca de ese modo, aunque obviamente, al PRM, en la práctica, le toca encabezarlo, por la votación lograda en los comicios.

También se mantienen en el grupo los partidos que acudieron aliados al PRM, es decir, PRSC, Dominicanos por el Cambio, PHD y Frente Amplio. Pero también se incorporaron los partidos FNP, PQDC, APD y Alianza País. Más recientemente, se integró el PRSD, fundado por el hoy extinto Hatuey De Camps, quien fue, precisamente, el principal promotor del frente opositor que nunca se dio en el pasado proceso electoral.

Refuerzos

En esta coyuntura, la oposición ha recibido una “manito” de un importante sector que también plantea la necesidad de que figuras independientes integren los órganos electorales. La ayuda les ha caído como anillo al dedo, porque no se trata de apoyos dispersos, sino de un conjunto de entidades empresariales y académicas que han conformado la llamada Iniciativa por la Institucionalidad Democrática.

El grupo se ha convertido en un interlocutor de peso en el debate político, e incluso formó parte del frustrado diálogo en el que se buscaba consenso para la ley de partidos y la reforma electoral, pero que pronto devino en una discusión sobre el perfil de los miembros de la JCE y el TSE.

¿Se mantendrá?

Los opositores mantienen su alianza cinco meses después de las elecciones, lo que ya de por sí es significativo. Pero a pocos sorprendería si se produce una desbandada en cualquier momento.

Esto así, porque aunque los partidos y sus dirigentes han estado de acuerdo en temas fundamentales, no es tan fácil que esa armonía se mantenga.

Por ejemplo, si en discusiones formales o informales entre oficialistas y opositores surgiera la posibilidad de que los partidos de oposición obtengan cuotas en los organismos electorales, como ha ocurrido antes, algunos estarían de acuerdo y otros no.

Ese podría ser un tema conflictivo. Pero, por el momento, la oposición sigue unida.

Diferencias dentro del PRM y el PRSC

Aunque se mantiene la unidad hacia afuera, en el bloque opositor se observan algunas diferencias internas de enfoque sobre el tipo de oposición que se debe ejercer, e incluso luchas de tendencias, específicamente en el seno de los dos principales partidos de esa coyuntural coalición.

En el PRM, por ejemplo, el ex candidato presidencial Luis Abinader ha logrado que se imponga la línea dura, pero es evidente que hay líderes en ese partido, como el ex presidente Hipólito Mejía y el alcalde del Distrito Nacional, David Collado, con actitudes más conciliadoras.

Algo similar ocurre en el PRSC. Allí la línea dura la imponen Quique Antún y Ramón Rogelio Genao, presidente y secretario general de la organización, respectivamente. En tanto, figuras como el presidente en funciones, Ito Bisonó y el senador Josecito Hazim, se colocan como los principales representantes del sector moderado.

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