Los líderes políticos de los tiempos modernos deben poseer un gran sentido de la historia y una visión clara de la honestidad, la integridad y la responsabilidad.
Los líderes políticos de estos tiempos de democracia donde el poder se juega a través de procesos electorales, deben entender cuál es su rol frente a los acontecimientos y, muy en especial, saber actuar ante los triunfos y las derrotas.
Un líder político de este tiempo debe ir a los procesos electorales consciente de que se va a ganar o a perder. Y debe saber ganar con hidalguía y humildad, pero también debe saber perder con dignidad. Los procesos políticos, y muy especialmente los electorales, son constantes procesos de ganancias y derrotas que los líderes deben saber interpretar. Una derrota táctica y momentánea puede convertirse en una rotunda victoria estratégica, si saben leerse y asumirse las enseñanzas de esa derrota.
La oposición política, y en especial el PRM y Luis Abinader, no han sabido actuar a la altura de un liderazgo con visión y responsabilidad. Ante la contundente derrota recibida, están tirando por la borda los logros alcanzados por no asumir con dignidad la derrota y por actuar más bien como empresarios sindicales de un gremio de transporte, como agitadores sociales sin criterio político, que como actores de primer orden del proceso democrático.
La oposición, con Abinader a la cabeza, no pudo articular un proceso unitario entre todos las fuerzas y fueron divididos al proceso electoral. Primer gran error. Luego, ya en el proceso, no supieron articular una estrategia de campaña efectiva contra un presidente que, como Danilo Medina, ha mantenido el mayor apoyo popular de toda la historia. Se fueron por las ramas y criticaron los puntos más fuertes de Danilo y eso se revirtió en contra de todos ellos. Segundo gran error. Esa oposición no fue capaz de presentar una sola propuesta que pegara en la población, su campaña fue basada en críticas. Tercer gran error. Esa oposición se peleó de manera constante e irrespetuosa con el árbitro electoral, lo acusó de todo, lo denigró y lo maltrató. Cuarto gran error. Esa oposición, en especial Luis y el PRM, no preparó sus delegados en las mesas electorales, perdió el tiempo criticando la organización del proceso y no se dedicó a preparar y adiestrar a su ejército electoral, para una batalla que todas las encuestas mostraban que iban a perderlas de manera abrumadora. Quinto gran error.
Cuando llegó el momento de la verdad, la derrota fue contundente. Danilo ganó con un 62%, el más alto de toda la historia, mientras Abinader quedaba debajo por 27 puntos porcentuales, más de un millón de votos. Fue una pela electoral. El PLD ganó 28 senadores, más de 100 diputados, una cantidad amplísima de alcaldes y regidores. Como esa derrota fue tan grande, ahora la oposición, y en especial el PRM y Abinader quieren ganar a la fuerza y sin razón, lo que no pudieron obtener con el trabajo y el apoyo de la población.
Luis y su PRM han estado pregonando un fraude que solo está en sus cabezas calientes y derrotadas. No han sabido perder con dignidad y no han podido valorar el éxito relativo que alcanzaron, al convertirse en la principal fuerza de oposición con posibilidades para el 2020. Su estrechez de mira y falta de visión lo han llevado a convertirse en un club de sindicalistas y agitadores sociales, que lo está hundiendo y desacreditando políticamente.
Un líder debe saber ganar y perder. Debe saber exigir sus derechos sin atentar contra la paz y el progreso. La oposición debe sacar experiencias de esta derrota y prepararse para ser un equilibrio en el ejercicio del poder, nunca un obstáculo para el avance y el progreso. Por no saber perder, Luis y el PRM van camino a una derrota estratégica y permanente. Cuando se den cuenta, puede ser demasiado tarde.
