Hitos del bolero dominicano: Una visión apasionada (9)

El bolero dominicano después de 1960 (continuación)Nelson Lugo (1940-2004)Un personaje inusitado en la escena de la música popular de los años 60 lo constituye Nelson Lugo. Oriundo de La Romana,…

El bolero dominicano después de 1960

(continuación)

Nelson Lugo (1940-2004)

Un personaje inusitado en la escena de la música popular de los años 60 lo constituye Nelson Lugo. Oriundo de La Romana, Lugo fue médico cirujano de largo ejercicio.  Estudió piano con su madre, Maricusa Camarena, y su tía María Estela Salazar de Valdez. Realizó estudios de armonía  y composició n  con el maestro Manuel Simó,  y de dirección  de orquesta con el maestro español García Asensio.

Compuso  un puñado de canciones populares y dos conciertos para piano y orquesta sinfónica.  Los temas populares más conocidos  de este compositor  son: ‘Concierto en gris’ (con galardón en el II Festival de la Voz de New York, interpretada por Fausto Rey):

“Se nubla el cielo, se calla el viento, / camino triste si ti. / Se caen las hojas, remueve el tiempo / algún recuerdo de ti. / Es que si me faltas tú / el cielo ya no es azul. / Todo me parece gris sin ti. / Es que si me faltas tú / todo es diferente en mí. / Mi alma es frío invierno / si faltas. / Es que si me faltas tú / todo va muriendo en mí. / Todo es un concierto en gris / si faltas tú”.

Otras obras de Nelson Lugo son: ‘El mundo y el amor’ (finalista  en el II Festival de la Canción de Amucaba), ‘Te quiero así’, ‘La vida es loca armonía’ (grabada por Mary López con una brillante orquestación del músico domínico-cubano Carlos Luis), ‘Matices’ (grabada por Luchy Vicioso y Cecilia García):
“Hoy la vida cambia de colores, /  hoy tu blanca tez se ha marchitado. / No pienses tú que el tiempo ha de borrar / los momentos felices de ayer / se han acabado. / Pienso cuánto  has hecho tú en mi ausencia. / Siempre te he llevado en mi pensamiento. / Mas el correr de los años cambia  un corazón. / La vida cambia de matices, / cambia de color”.

Quizá un tanto más que Troncoso y Solano, Nelson estuvo signado por la pesantez de la música norteamericana de mediados de siglo XX.  Él sentía una devota admiración por George Gershwin, Jerome Kern,  Richard  Rogers y Cole Porter. Eran admirables su gran agudeza creativa y su asombrosa capacidad como ejecutante del piano y como arreglista. La obra de Lugo, igual que la de Tony Vicioso, otro ‘raro’, aguarda por el estudio y la divulgación de parte de los músicos de nuevas generaciones.

Los legatarios de una tradición

A grandes rasgos, y sin mayores aspavientos, podríamos admitir que la historia del bolero dominicano clásico finaliza con la generación de 1960, que encarnaran principalmente Manuel Troncoso, Rafael Solano y Nelson Lugo. Otro vocabulario, distintas percepciones rítmicas, miradas nuevas e inéditas asimilaciones de la realidad aparecen luego, esto es, en los finales del sexto decenio del siglo pasado. Ingresan a escena, entonces, compositores de música popular romántica como Cheo Zorrilla, Víctor y Fernando Arias. Destacados creadores de una nueva perspectiva musical, como Luis Díaz y Juan Luis Guerra, emergen por igual en aquellos años tumultuosos.

En general, aunque con notables excepciones, serán los días de una música de vicisitud, en la que el lirismo del bolero se guarece, de pudor herido, para ceder espacio a modos de expresión desasidos de tropos, desguarnecidos de belleza, a la vez que ahítos de la agreste jerigonza que supura la nueva marginalidad urbana.

Si bien sus obras no encajan rigurosamente dentro del canon del bolero dominicano, las personalidades de Juan Luis Guerra y de Luis Díaz, con legitimidad absoluta, reclaman una alusión dentro de esta furtiva reseña histórica.

Juan Luis Guerra (1956)

El éxito internacional de Juan Luis Guerra sobrepasa los límites registrados por un artista dominicano en cualquier época. Con la originalidad de sus merengues y canciones,  él rompe las fronteras del mercado internacional y se transforma en  un auténtico fenómeno  de masas que subyuga multitudes en New York, Boston, Madrid o Tokio.

Nacido en Santo  Domingo, de pequeño le llamaban ‘el niño de las veladas’,  por la emotividad  de sus actuaciones escolares, cuando  hacía llorar a padres  y compañeros. Guerra cursó  Filosofía y Letras  en  la Universidad de Santo Domingo. Después estudió  guitarra  y composición musical en Berklee College of Music en  Boston,  Estados Unidos.

“Mi casa siempre fue musical; hasta  los aguacates cantaban”, recuerda  el artista a quien  algunos  definen como  poeta.  “Lo que soy en realidad es un letrista, no un poeta;  poetas son otros”. Lector  perseverante, su casa está llena  de  libros  y  discos.  Es asiduo  de  la literatura hispana de Cortázar, García Lorca, César Vallejo,  Nicolás  Guillén y Pablo Neruda; y de la música de los Beatles,  Eric Clapton, Serrat, Silvio  Rodríguez  y Pablo  Milanés.

Después  de su regreso al  país, él produjo ‘Soplando’ en 1984, su primer  álbum  musical con un cuarteto de  voces que más tarde  fue conocido como Juan  Luis Guerra y 4-40. El siguiente disco, publicado en 1989,  lo llevó a la fama: ‘Ojalá que llueva café’.

Aunque los éxitos de Juan Luis Guerra están asociados  principalmente a una nueva visión literaria y musical del merengue, cabe destacar que su incursión en esa suerte de sub-género del bolero que representa la ‘bachata’ logra rescatar, en  tanto fue posible, esta forma rudimentaria de música de su naturaleza y de su fundamento tosco y turbulento.

Guerra logra que la bachata, ya dignificada por un nuevo empaque musical y por sus letras,  se derrame hacia  el gran  público. ‘Burbujas de amor’ está basada en una escena de la ‘Rayuela’ del gran escritor argentino Julio  Cortázar:
“Tengo un corazón / mutilado de esperanza y de razón. / Tengo un corazón que madruga adonde quiera / ayayayay! / Y ese corazón / se desnuda de impaciencia ante tu voz. / Pobre corazón / que no atrapa su cordura. / Quisiera ser un pez / para tocar mi nariz en tu pecera / y hacer burbujas  de amor por donde quiera / jOh! pasar la noche en vela / mojado en ti. / Un pez para bordar de corales tu cintura / y hacer siluetas de amor bajo la luna / oh! saciar esta locura / mojado en ti. / Canta corazón / con un ancla imprescindible de ilusión suena corazón / no te nubles de amargura / ayayayay’ / Y este corazón / se desnuda de impaciencia ante tu voz / pobre corazón / que no atrapa su cordura.
/ Quisiera ser un  pez / para tocar mi nariz en tu pecera / y hacer  burbujas  de amor / por donde quiera / oh!  Pasar  la noche en vela / mojado en ti / Un pez / para bordar de corales tu cintura / y hacer  siluetas  de amor / bajo la luna / Oh! saciar  esta  locura  / mojado en ti. / Una noche para unirnos / hasta el fin. / Cara a cara, beso a beso / y vivir / por siempre mojado  en ti.

Su ‘Bachata rosa’ está inspirada  en el ‘Libro de las preguntas’ del poeta chileno Pablo Neruda:

“Te regalo mis manos / mis párpados caídos / el beso más profundo / el que se ahoga en un gemido, oh / Te regalo un otoño / un día entre abril y junio / un rayo de ilusiones / un corazón al desnudo / Ay, ayayay, amor / eres la rosa que me da calor / eres el sueño de mi soledad. / Un letargo de azul / un eclipse de mar, vida… / Ay, ayayay, amor / yo soy  satélite y tú eres mi sol / un universo de agua mineral / un espacio de luz / que sólo llenas tú, / ay amor.

La magia de Guerra transforma la bachata en un territorio cuajado de inteligencia poética y de agradable y novedosa expresión musical. Con su ingeniosa  versatilidad, Juan  Luis se manifiesta, así, como  uno  de  los grandes  compositores de música popular romántica de la historia dominicana y, sin  ninguna duda, como el más trascendente de su generación.

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