En homenaje a Mamá pulpo (1)

Mes de las madres, tiempo propicio para escribir sobre ese ser inigualable, génesis de la vida en la interminable cadena evolutiva, desde la primera mujer: Eva para los cristianos, Lilit según el folclore mesopotámico hebreo o Ardi para los científico

Mes de las madres, tiempo propicio para escribir sobre ese ser inigualable, génesis de la vida en la interminable cadena evolutiva, desde la primera mujer: Eva para los cristianos, Lilit según el folclore mesopotámico hebreo o Ardi para los científicos que hurgan en el origen del ser humano, dueña en vida de un esqueleto de más de 4 millones de años.

Mamá es mucho más que una palabra que representa el receptáculo de la vida en protegida gestación, previa a la vida en el “mundanal ruido”, espacio de demandas tempranas que transforma a una mujer en verdadera MADRE. Es el pulpo sin derecho al descanso porque para eso no hay tiempo, con labores pendientes a toda hora, que disfruta de la vida haciendo felices a otros.

El cohete más rápido del mundo, que con el don de la ubicuidad, puede estar en varios lugares de la casa al mismo tiempo; darle la comida a dos niños a la vez, hablar por teléfono con el esposo indagando qué va a comer y ubicar caprichos con el control remoto, en la demanda de “muñequitos”. Es el mismo ser que con curiosa inventiva imita sonidos de cosas, animales, vehículos para que el “muchachito” coma. “Ahí va un trencito chú,chú”, “un helicóptero… tocotocotoco”, “un motor… brummmm”, porque el clásico “avioncito”, ya no motiva.

El papel de mamá es mucho más que concebir, parir y criar, según los esquemas simplistas de la más compleja ocupación femenina. Ese “multiser” tiene que desarrollar destrezas en disciplinas tan diversas y disimiles que no habría diploma capaz de contener tantas “especialidades”; debe ser psicóloga; consejera de hijos y marido; motivadora, soñadora, componedora de querellas con equilibrados juicios; enciclopedia viviente para los porqués y las explicaciones comprometedoras; dueña de las disciplinas y los “nos” al tiempo de manejar permisos; economista y “etericadora” de pesos con especialidad de echar nudos a centavos; ejecutante de caprichos, y del marido: mujer, amante, madre, consejera, hermana, crítica y cocinera, por solo mencionar una de las mil habilidades necesarias para ser “ama de casa”. Doctora además: ¿qué herida no sana con saliva de mami y que lágrimas no desaparecen con su dulce besito? Para ella una hora en el salón, es como un día de spa; ir al súper sin los niños, equivale a vacaciones pagadas.

Es la que inventa cuentos para dormir, que al día siguiente ni recuerda; que hace magia con las “sobras” y cositas que quedan en la nevera, convirtiéndolas en rica cena. Ser capaz de ir a la tienda por algo que necesita y salir sin nada para ella, porque “resolvió” algo de los pequeños; esa “cantante” que nace al alumbrar su primer hijo, capaz de un “aria” para dormir chicuelos, de repetir hasta el cansancio canciones para que el crio aprenda y “recantar” el himno cien veces para que entone y se eduque en el canto y sentimientos patrios. l

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