Madre intelectual, la que trabaja, la del campo, la del pueblo, la madre soltera, la que es mapá (madre y padre a la vez), la que suple el referente paterno ante la flojera del que solo puso el germen de gestación; todas vientres de formación y fuentes de amor exclusivo y protector, del amor lactante, compartiendo anticuerpos, cariños y esperanzas. Mamá es también pulpo mental: en sus labores, pero “maquinando” la cena, cuándo pagar el colegio, los trajines de la escuela, sufriendo las arbitrariedades de la universidad, pendiente de qué día es el paseo al parque ese de los dinosaurios….o preparándose para el tiempo de vacaciones de los chicuelos. Mientras, se las ingenia apoyando a la pareja, en sus afanes compartidos…sin olvidar el papel “multitask” de mujer, compañera, amante, amiga, crítica, consejera y más. Con cerebro que no descansa, se desgasta en obligaciones y compromisos a que la compleja y difícil vida moderna empuja, siendo co-suplidora del hogar que progresa, donde “se la bucan, entre lo do”. Costurera sin diploma cose, pega botones, adapta, hace ruedos y es creativa de disfraces, cuando la escuela precisa de caracterizaciones; su experiencia en el área de la maternidad le induce a la “educación continuada”, en la más completa “industria” del universo: la maternidad, escuela infinita del aprendizaje de riesgos, centro de enseñanza de la vida, que solo firma diplomas con “satisfacciones”.
En un esquema científico del trabajo “simple” que le toca a la madre, diríamos: desarrolla perfiles de motivación, establece estrategias de dedicación, instruye en organización, impulsa la capacidad de gestión, estimula la polivalencia e inteligencia y procura la fortaleza emocional y el esfuerzo, motiva el sacrificio por el grupo, potencia la oratoria y la gestión de recursos, induce comportamiento ético y disciplina con su master en sicología aplicada y técnicas de corrección temprana, capacita en comunicación, instruye en economía y uso apropiado de recursos económicos, enseña y practica la planificación y el trabajo en equipo, siendo especialista multidisciplinaria que “da pa tó”, con la misma sonrisa y dedicación con especial apego al modelo del “justo a tiempo”.
Siempre dando más de lo que puede, nada espera a cambio más que amor, caricias y esas tiernas sonrisas que derriten. El día de las madres encierra reconocimiento a aquellos padres que comparten el papel; que también se desvelan en las noches, que perciben los más míninos suspiros y detectan fiebres y dolores de cabeza; que lo dan todo por la felicidad de los pequeños: compañeros, correctores y ejemplo, a la vez que buenos esposos, siendo el mejor regalo diario a mamá, en la montaña rusa de la maternidad. Más que el himno a las madres, de Trina de Moya, “de inmenso amor filial”, honor a las que con dos brazos son capaces de accionar como si tuvieran los ocho del pulpo.
