Según versiones, el presidente Danilo Medina estaría sometido a fuertes presiones para que presente la fórmula mágica mediante la cual debe dar solución al estatus de miles de haitianos residentes ilegalmente en el país y de aquellos nacidos en hogares constituidos por esos inmigrantes y que se confiesan dominicanos, condición que están defendiendo en las calles, y cuentan con un fuerte respaldo del gobierno haitiano, de los gobernantes del Caricom y de otros países, organizaciones nacionales e internacionales y de estamentos en los tres poderes del Estado dominicano.
Sería una presión muy grande. Tanta, que el mandatario está haciendo filigranas como para crear una obra maestra. No se puede equivocar si gira en la dirección no deseada. El Presidente debe complacer a todos.
No está en la situación de un presidente poderoso como Barack Obama, al cual el Consejo Nacional de La Raza, es decir, la más importante entidad de defensa de los derechos de los latinos en Estados Unidos, ya ha señalado como “Deportador en Jefe”, porque como ejecutivo de esa nación ha tenido que deportar no menos de 2 millones de personas en cinco años, todo ello pese a su empeño de aprobar una reforma migratoria que está trabada en la Cámara de Representantes.
Obama ha confesado: “Estoy muy limitado en términos de lo que puedo hacer… la razón por la que estas deportaciones ocurren es que el Congreso ha dicho: ‘hay que aplicar la ley’. No puedo ignorar esas leyes más que cualquier otra ley”.
¿Acaso Amnistía Internacional tiene una campaña contra Obama? ¿Pueden los gobiernos latinoamericanos o los poderosos integrantes del Caricom presionar a Obama para que decrete una amnistía para los ilegales?
No sabemos con propiedad de qué tamaño es la presión sobre Medina. Tampoco sabemos qué han prometido sus colaboradores a partes interesadas.
Lo que está claro es que el Presidente de la República se ha comprometido a presentar un proyecto de Ley de Regularización de Extranjeros, “con sentido humano”, y que será materia del Congreso Nacional decidir sobre el mismo.
Medina no puede hacer lo que la ley no manda. Igual que Obama.
