III Congreso Internacional de Estudios Caribeños: indígenas, espiritismo y poesía en el Caribe, (y 2)

Entonces yo las márgenes del FúnzhaDiscurría una tarde divertido,Recordando los tiempos en que el MozcaSe bañaba en su lecho cristalìno.¡Oh! (decía mirando sus corrientes)Quantas veces aquí, sagrado Rio,De…

Entonces yo las márgenes del Fúnzha
Discurría una tarde divertido,
Recordando los tiempos en que el Mozca
Se bañaba en su lecho cristalìno.
¡Oh! (decía mirando sus corrientes)
Quantas veces aquí, sagrado Rio,
De las Mómas sería la Palestra
Al sòn de la algazára y de los silbos!
¡Quantas veces los Chúques, los Uzáques,
Y aún los Zíppas vendrían á este sitio,
A vér luchar la Juventud gallarda
Honor de Bacatáy su Imperio rico!
¡Quantas veces serían adorados
De Chia, y de Zuhé los claros brillos (6)
En este améno lláno que tu riegas,
Y de que eres Señor há tantos siglos!
Quantas veces ¡O Funzha!…… Pero en esto
Enmudeció mi lengua de improviso,
El alma se llenó toda de asombro, El collar de María Teresa (fragmento) 1792

Finalizamos con esta segunda parte, la referencia al trabajo del profesor Kevin Sedeño-Guillén, de la Universidad de Kentucky quien, como señalamos en el artículo anterior, escribió una hermosa ponencia con un título tan largo como sugestivo: INDIOS ESPECTRALES: INDÍGENAS APARECIDOS EN LA POESÍA AMERICANA DEL SIGLO XVIII Y EL ESPIRITISMO DE CORDÓN CONTEMPORÁNEO EN EL CARIBE. El poema que engalana este artículo forma parte del ensayo.
Sostiene Sedeño Guillén que el espectro de los indígenas muertos sobrevive en el cuerpo de los indígenas vivos, en su memoria cultural, pero sobre todo, en la experiencia de la culpa que significó para los europeos, y luego para los mismos criollos. Sostiene que el hecho de haber tenido que convivir en el proceso de exterminación de los indígenas del Caribe, tiene su influencia en el imaginario colectivo. Se pregunta el autor: ¿Cómo reaccionaríamos ante un ser proclamado como muerto que reaparece vivo ante nosotros? Se responde diciendo que quizás la primera reacción tendría que ser “dudar de su presencia y asumir la condición fantasmal de su aparición, antes de preguntarle y corroborar si está vivo o muerto. Esta inhumana realidad, la de la negación de su propia existencia física y cultural, y con ello su desplazamiento hacia una condición de fantasmas, ha sido el dilema vital al que se han enfrentado las comunidades indígenas sobrevivientes a la época de las guerras coloniales en las Américas.

La memoria histórica y el imaginario colectivo volvieron a lastimarse con la llegada del tercer centenario de la llegada de los españoles al Nuevo Mundo. Este acontecimiento constituyó un importante marco histórico para analizar las apariciones y desapariciones de los indígenas en el pensamiento criollo de finales del siglo XVIII, como se puede apreciar en este fragmento de poema que cita el autor:

Yo convertì la infiel Cundinamárca
En el Christiano Império, que rendido
Hoy adora obsequioso al Sér Suprémo
Tributandole justos Sacrificios.
El nombre de Idacánzas á el Avérno
Arrojé para siempre, y el Divino
De Jehová poderoso, en alto triunfo
Fué proclamado con solemnes hymnos.
Yo á Sogamóso Summo Sacerdote
Del ciego Mozca, el torpe inmundo rito
Le deshice: y al Mója victimado
Siguió la ofrenda fiel de Pan y Vino
Yo allí donde Machíca, Nemequéne,
Thysquesúca, y demás Monarcas Indios
Doblaban la rodilla à viles monstruos,
Levanté al Dios de Sión Altares ricos.
Del gran Quesáda dirigí la Empresa,
Y también inspiraba heróicos brios
A Fedremán, Roblédo, Benalcázar,
Lanchéro, Ursúa, Suárez, y Carrillo.

Dixo; y entonces ácia el Sacro Templo
Donde su búlto tiene asiento fixo
Voló rápidamente: y yo asombrado
Sobre el puente del Funzha caí rendido (sic) (“El collar” 122-123).
Pasa luego a analizar el poema. Una primera lectura, afirma, podría plantear que el fragmento, evoca la grandeza del mundo muisca, tiene como función hacer más notable el triunfo posterior de la fe sobre la idolatría y la anulación ejemplificante de su mundo. Pero, dice el autor, sin embargo, el carácter poco edificante del primer fragmento desmiente a esa primera lectura:

No se está exponiendo allí un mundo negativo a ser reemplazado por la conquista de la mano de la fe. Todo el peso condenatorio se da en el segundo fragmento. Allí los representantes de la vieja fe y de los poderes derrotados sólo son revividos desde un pasado ya vencido…. Pero sí esto es así, debería quizás aceptar que el poeta que evoca el pasado indígena, pero que a la vez resulta seleccionado para escuchar la buena nueva de la consolidación de la católica estirpe borbónica, se encuentra en una compleja encrucijada en relación con el pasado indígena y el presente colonial… ¿qué espanta, atemoriza, aterroriza al poeta en ambos momentos clave?, ¿cuál es el espanto, la sombra que subyace a ese demoledor asombro? Por el momento puedo decir que ese asombro no es el fantasma en sí. El espanto es apenas un síntoma, una huella a nivel del lenguaje, de un fantasma que será necesario rodear de modo que de él se pueda tener al menos el contorno y sus circunstancias de…aparición.

La visión heredada por todos es que los indígenas eran y lo son todavía seres pobres e ignorantes. Los indígenas de ayer solo tenían pasado, los de hoy también. La conquista intentó pacificar y acallar su memoria, la cual, a pesar de los esfuerzos de los conquistadores por aniquilarla ha podido sobrevivir gracias a esa espectralidad.

Por esta razón, las representaciones de los espíritus ancestrales constituyeron y constituyen un elemento destacado en los altares. Este imaginario ha sido rescatado. El grupo folklórico Los Nani, tienen un canto espiritista titulado “Los indios” en el que se refleja claramente el fantasma del pasado para revivir en el presente el drama de siempre:

Indio bueno, indio bravo, dónde vas con esa cruz
Voy al monte del calvario, a entregársela a Jesús.
Indio bueno, ay indio bravo, dónde tú vas con esa cruz
Voy al monte del calvario, a entregársela a Jesús
Ay, pero indio, indio, de mi vida, indio de mi corazón
Si no vienes a buscarme perderé todo tu amor.
Que bonitos son los indios, que vienen a laborar
Siete columnas de indios van diciendo gestioman

Eh, ay Dios los indios, ay Dios los indios, vienen y van diciendo gestioman (“Los indios”).

Coincido con la conclusión del autor, cuando afirma que los fantasmas son necesarios, pues sin su asedio los hechos trágicos del pasado estarían muertos junto a sus víctimas y no habría preocupación hacia ellos, no habría posibilidad de rememoración.

Aquí termina esta larga e interesante serie sobre mi selección de ponencias del III Congreso de Estudios Caribeños que fue celebrado en Santa Marta en agosto de este año. Hasta la próxima. 

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