Industria artesanal de guayos sirve de sustento a familias

Son muchos los dominicanos que tienen o han tenido un guayo artesanal en su casa, pero lo más seguro es que pocos sepan el lugar donde se fabrica.

Son muchos los dominicanos que tienen o han tenido un guayo artesanal en su casa, pero lo más seguro es que pocos sepan el lugar donde se fabrica. La calle 24 de Abril, del populoso sector de Las Cañitas, Distrito Nacional, ha sido bautizada por sus lugareños como la “mata de los guayos y güiras”, oficio que envuelve desde el más viejo hasta el más pequeño de las familias que allí residen.

En las pequeñas casas ubicadas a lo largo de la calle ha sido habilitado un espacio para fabricar y almacenar este producto, aunque también ocupan parte de las aceras y la vía.

La demanda de estos artículos es tan grande, principalmente la del guayo, que un solo fabricante suele suplir entre cinco mil y diez mil unidades a la semana, con costo al por mayor de entre 20 y 10 pesos, dependiendo el tamaño.

Los hermanos Jean Carlos y Jhonatan Ventura afirman que desde pequeños incursionaron en el negocio de la elaboración de estos artículos y ahora son dueños de su propia “empresa”, donde también trabajan otras personas.

Aunque el trabajo es riesgoso, cuando se aprende a manipular el filoso material, explica Jean Carlos, mientras corta y da forma a un pedazo de hojalata, que compra en grandes cantidades en diferentes empresas y agroindustrias.

Proceso de elaboración

El guayo es el producto de mayor demanda, porque se vende todo el año a diferencia de las bandejas de hornear, que sólo se utilizan en diciembre. Para elaborarlo se requiere de poca cosa: dos palitos de madera, un clavo para hacer los agujeros,  la chapa y 20 minutos para armarlo. Las alcancías, una cajita de forma rectangular, es el segundo artículo más buscado, y en el caso de los hermanos Ventura, en la semana suelen suplir hasta 10 mil unidades.

Yolanda Collado, de unos 55 años, trabaja en una de las fábricas desde hace tres años. Es la que da la terminación a los guayos, colocándoles las tablitas en los dos bordes más pequeños, por lo que le pagan 2 y 3 pesos, dependiendo el tamaño. “Cuando comencé me cortaba y majaba los dedos con el martillo, pero ahora termino entre 300 y 400 guayos al día. Con eso me gano la comida y estoy tranquila”, dice la mujer.

Fuente de sustento

La elaboración de estos artículos se ha convertido en una de las principales fuentes  de ingresos de las familias que residen en la calle 24 de Abril. Aunque la mayoría de quienes fabrican guayos y güiras son muchachos jóvenes, éstos afirman que tienen hijos y familia que dependen de su trabajo. “Se gana bien, porque se invierte poca cosa y lo saca todo”, explica uno de los fabricantes.

Indica que no pagan ningún tipo de impuesto por el negocio, porque es algo informal y no pagan energía eléctrica porque no la necesitan para el proceso.

Los guayos son una tradición en el país

Los fabricantes de objetos de aluminio de la calle 24 de Abril afirman que la aparición de guayos, bandejas y alcancías modernas industrializadas, con diferentes materiales y diseños, no han logrado desplazar la comercialización de los productos tradicionales. Indican que la gente lo busca en los mercados y quincallerías, porque son más populares y están al alcance de las personas de bajos ingresos.

En el barrio Las Cañitas, con calles recién asfaltadas, estrechos callejones, casas regulares y en malas condiciones, su gente se desenvuelve en un ambiente tranquilo. Los muchachos juegan baloncesto en canchas improvisadas colocadas en los postes del tendido eléctrico, los hombres conversan en las esquinas y colmados, sin importar la hora del día.

Los niños que van a las escuelas en hora de la tarde, también están en la calle. Así como algunos viven de manera honrada de la fabricación de guayos, güiras y alcancías, otros se dedican a delinquir, pero en las afueras de la populosa barriada de Las Cañitas, según dicen los mismos pobladores de esta demarcación en el Distrito Nacional.

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