La informalidad al servicio de la formalidad

Con la cúpula del sector empresarial hay que coincidir en que muy frecuentemente la informalidad es sinónimo de precariedad, y que el elevado peso de las actividades informales y precarias no es un “producto deseado”. Desafortunadamente,…

Con la cúpula del sector empresarial hay que coincidir en que muy frecuentemente la informalidad es sinónimo de precariedad, y que el elevado peso de las actividades informales y precarias no es un “producto deseado”.
Desafortunadamente, aunque tiende a ser más seguro y mejor remunerado directa y/o indirectamente, el empleo formal no es significativamente mejor. La razón es simple: ambos tipos de empleos se conectan en el mismo mercado laboral, y las remuneraciones de uno influyen fuertemente en las remuneraciones del otro. En ese sentido, la mayor parte de la evidencia apunta a que es el empleo precario e informal, junto al desempleo y otros factores, el que frena las remuneraciones del empleo formal. Desde ese punto de vista, el empleo informal y precario sirve muy bien a las empresas formales porque les ayuda a contener los salarios.

Sin embargo, esa no es la única relación que existe entre ambos tipos de empleos. Además de ser una “sala de espera” de trabajadoras y trabajadores que desearían empleos más estables, y a la vez servir de “depósito” de trabajadores despedidos, las actividades económicas informales les sirven a las formales de varias maneras. Veamos cinco de ellas.

Primero, con mucha frecuencia las cadenas de comercialización de las empresas formales descansan en el trabajo informal. Sin la informalidad, el volumen de ventas de la economía formal sería menor porque no alcanzaría a determinados segmentos de mercado o si lo logra sería a costos más elevados que podrían no justificarse financieramente. Piénsese en la venta de tarjetas de llamadas en las esquinas de los centros urbanos por vendedores informales, y la de bebidas, alimentos procesados y productos de aseo personal y del hogar por parte de la enorme red de pequeños negocios informales en todo el territorio nacional y en Haití.

Pero además, también muy frecuentemente, esa relación es relativamente desventajosa para el distribuidor informal, cuyo poder de negociación es mínimo y tiene que aceptar condiciones difíciles porque sus alternativas son escasas. En esa perspectiva, la sobrevivencia y el éxito de muchas empresas formales descansan en el trabajo informal; ellas explican la existencia de ciertas actividades informales, pero simultánea y paradójicamente limitan su desarrollo. Se trata de una relación donde la informalidad queda subordinada a la formalidad.

Segundo, de la misma manera en que las actividades informales se integran a las formales “hacia adelante” en las cadenas de abastecimiento, también lo hacen “hacia atrás”, como proveedoras de insumos. Un ejemplo clásico en la literatura es las redes de informales en la recolección de desechos (cartón, papel, botellas, chatarra) para el reprocesamiento en plantas industriales. En otro tenor, aunque no es una actividad típicamente informal, la pequeña producción agropecuaria, la cual también se desempeña en condiciones de precariedad, en una muy destacada proveedora de alimentos para la agroindustria y el comercio formal. Y no está de más recordar que las condiciones de esa relación no suelen ser muy ventajosas para la pequeña producción.

Tercero, en ocasiones, las actividades informales suelen servir de espacio para el entrenamiento de personal que eventualmente ingresa a actividades formales. Implica, por tanto, un ahorro de costos para las empresas contratantes. Sin embargo, también se da lo contrario: que el empleo formal sirve de espacio de entrenamiento para trabajadores y trabajadoras que eventualmente se emplearán en actividades informales. 

Cuarto, las actividades informales tienden a generar ingresos que complementan los insuficientes ingresos del empleo formal. En ese sentido, el empleo informal y precario facilita la operación de actividades formales en la medida en que contribuye a aliviar las presiones económicas de los hogares pobres y a hacer menos conflictivas las relaciones laborales formales.

Quinto, debido a su flexibilidad, muchas actividades informales les permiten a muchas mujeres desempeñar el doble rol de generadoras de ingresos y de trabajadoras en el cuidado de su propio hogar. Sin este último trabajo, ninguna producción, formal o informal, sería posible. El costo de ello lo pagan las mujeres porque están forzadas a desempeñar una doble jornada, la del trabajo productivo informal y la del reproductivo en el hogar. 

En síntesis, formalidad e informalidad en las actividades económicas no es sólo una dicotomía. También hay una relación funcional entre ellas, en donde muy frecuentemente la economía formal se alimenta de la informal, la subordina y la pone a su servicio. Que en el debate, no se nos olvide eso.

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